Bajo la batuta de la familia se acomodan decenas de empresas que tienen Ibiza como epicentro, pero cuyos negocios pasan por Caribe, Brasil u Holanda. Conocidos por sus hoteles y navieras, los Matutes controlan también constructoras, inmobiliarias, parques acuáticos, puertos deportivos, compañías de alimentación, distribuidoras de bebidas, depuradoras de agua… e incluso una sicav. Los Matutes han diseñado una maraña empresarial de participaciones accionariales cruzadas y cambiantes, de servicios de ida y vuelta entre unas compañías y otras, de intercambios de préstamos y avales, con la que consiguen hacer casi imposible seguir el rastro de todos sus negocios. E incluso las cuentas públicas parecería que no están claras: el Registro Mercantil sólo tiene copias incompletas de las cuentas de los últimos años de una de las sociedades centrales del holding, en las que faltan sistemáticamente las hojas con la información sobre sus filiales. Más difícil todavía.

A Abel Matutes le lleva media vida persiguiendo un apelativo odioso, y que quien se lo lanza lo hace con inquina. Cacique. Un sambenito, para muchos justificado, nacido de su enorme influencia en todo lo que pasa en Ibiza. Influencia económica, y antaño también directamente política, para mover hilos y controlar media isla. “Sería un cacique bueno. La gente siempre me votó”, dijo Matutes hace dos décadas para defenderse de la etiqueta. Pero ahora que hace tiempo que colgó las botas de la política y que ya nadie le vota, la influencia del empresario persiste. Y el apelativo aún flota en muchas conversaciones emboscadas sobre él y sobre sus empresas.

Las decenas de compañías en manos de los Matutes constituyen un gigante. Pero un gigante que no existe. El enorme Grupo de Empresas Matutes legalmente no es nada, sólo una marca, una placa en un edificio en Ibiza

El influjo de los Matutes en la isla es secular. El padre y el abuelo de don Abel ya ejercieron. Y aunque a él le gusta contar que su primer millón lo ganó como futbolista (llegó a ser jugador profesional del Espanyol, y lo dejó, según cuenta, cuando le sondeaban Madrid y Barça) lo cierto es que ya nació rico. Su abuelo –también Abel Matutes- fue armador, creó la primera compañía eléctrica de la isla y fundó un banco (inconfundiblemente suyo: Banca Abel Matutes se llamaba, y siguió en manos de la familia hasta su venta, en 1998, a la CAM). Y su padre –Pedro- continuó los negocios, singularmente el bancario, e hizo sus pinitos en política como concejal de Ibiza durante la dictadura de Primo de Rivera y como diputado durante la República.

Desde hace tres décadas, y aún hoy a sus 74 años, Abel Matutes Juan ejerce de patriarca del clan. Lo fue casi todo en política (alcalde de Ibiza aún durante la dictadura de Franco, senador, diputado, eurodiputado, comisario europeo, ministro de Exteriores…) y pudo serlo todo (en algún momento se barajó de manera evidente su nombre para ponerse al frente del PP y hay quien cree –especialmente dentro de su familia- que pudo llegar a ser presidente del Gobierno).

De la política hace tiempo que se retiró por completo, no sólo de la primera línea –en 2008 incluso abandonó la militancia del PP para “defender mejor mis negocios”, dijo-, y ahora es sólo la cabeza visible y principal ejecutivo del conglomerado de empresas familiar. Ése que llega a casi cualquier rincón de Ibiza, pero que se extiende también por el resto de España y por otros países. Un enorme holding, integrado por decenas de empresas de todo ámbito, y en el que participan no sólo don Abel y sus cuatro hijos, también sus hermanos y los hijos de éstos. Un auténtico clan.

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Don Abel tiene fama de ser proverbialmente austero, pero viaja en Rolls Royce y en su yate privado. FOTO: Fundación Abel Matutes.

Y es que, aunque los medios suelan referirse al exministro Abel Matutes como propietario de todas las empresas, lo cierto es que sus hijos tienen actualmente participaciones accionariales cada vez mayores (y en muchos casos mayoritarias) y en casi todos los negocios participan también sus hermanos (singularmente Antonio y María Teresa). Del holding participa toda la familia.

Un gigante que no existe

Las decenas de compañías en manos de los Matutes conforman un gigante. Pero un gigante que no existe. Todas las empresas se acomodan bajo el paraguas figurado del enorme Grupo de Empresas Matutes (GEM), pero el holding legalmente no es nada, no tiene personalidad jurídica, no hay un CIF que lo identifique, ni tiene cuentas consolidadas que le reconozcan como uno de los grandes grupos del país.

A sus 74 años, Abel Matues Juan ejerce de patriarca del clan. Aunque los medios se refieran al exministro como el dueño de las empresas, lo cierto es que del holding participan también sus hijos, sus hermanos, sus sobrinos…

El Grupo de Empresas Matutes es sólo una marca, poco más que un cartel en la puerta del edificio de Ibiza que sirve de sede legal de buena parte de las compañías (porque se pierde la cuenta de las sociedades domiciliadas en el 18 de la avenida Bartolomé Roselló). Y aunque Abel Matutes se presente como presidente del grupo, de facto no lo es… porque el grupo no es. Pero, incluso sin existir, el grupo constituye de por sí una carta de presentación que abre muchas puertas.

La supuesta facturación total del grupo –según fuentes oficiosas, porque oficiales no hay- habría superado los 600 millones de euros el año pasado. Pero es sólo un decir: no sólo porque no hay tales ventas consolidadas, sino también porque una parte difícil de calibrar, pero importante, se trata de ventas cruzadas entre las propias empresas del conglomerado familiar, así que sumar las cifras de negocio de todas las empresas supone sumar por partida doble las transacciones: el negocio de unas –al menos parte- se hace con el dinero de otras.

El negocio más reconocible de los Matutes como empresarios es el hotelero. Abel Matutes no empezó con buen pie en el sector: el Tribunal Supremo ordenó demoler su primer hotel en Ibiza cuando él era aún alcalde, en 1971 (aunque posteriormente el propio Supremo ordenó resarcirle por el fallo). Pero parece que sólo fue un tropiezo, porque hoy gestiona una cincuentena de establecimientos en España, República Dominicana, México, Brasil, Jamaica e Italia… y la expansión continúa.

El negocio hotelero es la faceta más visible de las empresas Matutes. Empezó con mal pie (el Supremo demolió su primer hotel en 1971), pero hoy gestiona medio centenar de establecimientos en España, Caribe, Brasil…

El negocio hotelero empezó en los setenta bajo el manto de una empresa con un nombre tan poco estético como Agrupación Hotelera Dóliga, que se reconvirtió con los años en Fiesta Hotels y hoy es Palladium Hotel Group. Sin embargo, el grupo Palladium vuelve a ser sólo otra etiqueta, simplemente otra marca, una compañía figurada pero sin personalidad jurídica real, y sin unas cuentas consolidadas.

La compañía anunció que su división hotelera Palladium Group facturó 429 millones de euros el año pasado, y que en 2015 conseguiría superar los 500 millones. Sin embargo, las cuentas depositadas en el Registro Mercantil de la sociedad Fiesta Hotels & Resorts –que, en principio, concentra gran parte del negocio hotelero nacional e internacional, además de filiales de otros sectores- reflejan unas ventas de 116 millones en 2014. Fuentes del grupo Matutes consultadas por SABEMOS han rehusado explicar el desfase, limitándose a apuntar que las compañías no cotizan en bolsa y que desde el grupo se prefiere no desvelar su estructura financiera.

El tacaño rey del lujo

Abel Matutes es un hombre proverbialmente austero, e incluso desde su entorno se reconoce que no dista demasiado de ser tirando a tacaño… Pero, ejem, tacaño dentro de un orden, o con unos parámetros diferentes a los de un agarrao de estar por casa: el empresario se mueve en un Rolls Royce blanco y navega en su yate privado. No obstante, en su cotidianeidad es sobrio, e incluso espartano. Y es por eso que para muchos resulta tan llamativo que don Abel haya acabado al frente de un grupo hotelero que se está convirtiendo en uno de los baluartes del lujo y del ocio caro (o carísimo).

El grupo se especializó en los ochenta y los noventa en la explotación de hoteles para una clientela familiar, en destinos vacacionales españoles y sin muchas pretensiones. Son las señas de identidad de lo que venía siendo Fiesta Hoteles. Con la llegada de la marca Palladium (que cuenta con cuatro submarcas a cada cual más deluxe) la categoría de los establecimientos, dentro y fuera de España, empezó a escalar.

Don Abel es un hombre proverbialmente austero, tirando a tacaño. Por eso resulta tan llamativo que haya acabado al frente de un grupo hotelero y de ocio que se ha convertido en uno de los baluartes del lujo y de la fiesta (cara) de Ibiza

Pero ha sido con la explosión de la marca Ushuaïa, a partir de 2011, cuando los Matutes han conseguido marcar el ritmo de lo que pasa en la noche de Ibiza e incluso configurar una nueva imagen de toda la isla como destino. Los dos hoteles de la marca en la isla se han erigido, a escala global, en los iconos de la gran fiesta y del ocio caro (obscenamente caro en ocasiones). Las habitaciones de 300 a 10.000 euros la noche, la suite de 200 metros cuadrados, las botellas de champán de 6.000 euros, el servicio de jet privado para los clientes del hotel, las fiestas siempre con los mejores dj del mundo, las entradas a la discoteca a 70 euros… Eso es Ushuaïa y, cada vez más, eso es para medio mundo Ibiza entera. Y eso ha venido de la mano de los Matutes.

Pero no fue don Abel quien importó ese concepto, demasiado moderno y demasiado alocado para sus formas, sino que el proyecto es responsabilidad enteramente de su hijo Abel Matutes Prats (al que en su entorno familiar, y también dentro del grupo, se le llama Júnior). Director general del grupo hotelero a los 30 años y hoy, con 38, vicepresidente del vaporoso Palladium Group, a Abel hijo –sí, Júnior– le llevó dos años convencer a Abel padre de que invirtiera cerca de 30 millones de euros para reformar por completo un avejentado hotel en playa d’en Bossa, en el municipio de Sant Josep, para convertirlo en lo que luego fue el Ushuaïa Ibiza Beach Club. “Nos va a arruinar a todos”, decía aquellos años don Abel acerca del proyecto emprendido por su hijo a todo el que quería escucharle.

El legado que no se legó

La transformación de la playa d’en Bossa a cargo de los Matutes prosiguió, y han ido renovando completamente los varios hoteles que tenían en Sant Josep (o reconvirtiendo viejas sedes de sus empresas en nuevos establecimientos). E incluso el grupo llegó a presentar a las autoridades locales y autonómicas en 2013 todo un Plan de Excelencia integral para la zona, que contemplaba también la construcción de un gigantesco centro comercial y un campo de golf, entre otras instalaciones, y que pretendía concentrar inversiones de 300 millones de euros.

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El Ushuaïa Beach Club se ha convertido en el paradigma de la fiesta (cara, o carísima) de Ibiza. Foto: Ushuaïa.

Los Matutes pidieron explícitamente que se reformara la legislación para poder agilizar los plazos y empezar las obras cuanto antes. Ni el Consell de Ibiza ni el Govern balear, entonces comandados por el PP (ahora por el PSIB con el apoyo de otras fuerzas de izquierda), se plegaron a los intereses de la familia. Y, al menos de momento, se han quedado sin centro comercial, sin campo de golf… Fuentes cercanas al entorno familiar de los Matutes apuntan que la decepción de don Abel con sus antiguos compañeros de partido por frenar sus planes fue mayúscula. Uno, por la constatación de que su antigua influencia omnipotente sobre el PP ibicenco ya no era plena. Y dos, porque ese Plan de Excelencia era (es) concebido como el gran legado de Abel Matutes para su isla. Un legado que tendrá que esperar.

En los últimos meses, asumido el chasco de ver cómo parte del plan se queda en un cajón, desde el grupo hotelero se subraya siempre que se puede –y con cierto despecho- que los 300 millones de euros que estaban destinados a playa d’en Bossa han volado ya a otros proyectos de su compañía en México o República Dominicana. Un mensaje reiterado con cierto tufo a pues tú te lo pierdes.

El ‘otro’ imperio que no se ve

El hotelero es el negocio con el que se identifica más comúnmente la labor empresarial de los Matutes. Y casi igual de reconocible es su tradición naviera. La familia Matutes controla un 42,5% de la compañía Balearia, tras la fusión de sus antiguos activos navieros con la compañía de Adolfo Utor en 2003. Balearia es, con rutas marítimas en Baleares, en el Estrecho y también en el Caribe, una de las grandes navieras del país. Y, casualmente, los Matutes también participan en la otra gran compañía naviera española, Trasmediterránea, con un 6% del capital (cuando se privatizó la compañía el paquete de la familia ibicenca llegó a ser del 12%). E incluso en los mentideros del sector se propaló que los Matutes eran unos de los interesados en la compra de Trasmediterránea cuando Acciona planeaba su venta.

Gran parte de las empresas del Imperio Matutes cuelgan de dos sociedades que ejercen como holding: Residencial Marina (de don Abel y sus hijos) y Fiesta Hotel & Resorts (de don Abel, sus hijos, sus hermanos, sus sobrinos…)

La vinculación de los Matutes con otras empresas turísticas tiene como expresión paradigmática su presencia en el capital del mayor grupo español del sector, Globalia (matriz de Air Europa, Halcón Viajes o Travelplán, entre otras sociedades). La familia del exministro compró en 2013 la participación del 5,14% hasta entonces en manos de Javier Hidalgo, hijo de Juan José Hidalgo, presidente del grupo.

Una adquisición con la que, según ha reconocido el propio Júnior, se buscaba impulsar la conectividad de Ibiza con nuevas rutas de Air Europa (un objetivo que también es el que buscaba con su amago de opa sobre Vueling, aunque finalmente le acabó ganando la partida IAG, el holding que agrupa a Iberia y British Airways). En cualquier caso, la presencia de Matutes en el capital de Globalia parece que tiene los días contados, ya que si se consuma el desembarco de la china HNA en el grupo turístico, la familia ibicenca estará entre los vendedores.

A la sombra de estas inversiones tan reconocibles, existe toda una legión de otras empresas también bajo el manto de la gran familia. Es ese otro imperio que casi no se ve, y que se articula muy fundamentalmente a través dos firmas de ejercen de sociedades holding: Fiesta Hotels & Resorts (en la que participan tres ramas de los Matutes: la de Abel, y las de sus hermanos Antonio y María Teresa) y Residencial Marina (controlada por don Abel y sus cuatro hijos: Abel, Carmen, Estrella y María).

Fiesta Hotels & Resorts contaba a finales del año pasado con activos y participaciones valorados en 253 millones de euros. Y los activos de Residencial Marina ascendían a 164,9 millones. En ambos casos, las auditoras aprobaron sus cuentas –las del año pasado y las de los ejercicios anteriores- con las mismas salvedades: la de que ambas compañías cuentan con participaciones accionariales en compañías del grupo que, por no estar auditadas, no puede comprobarse que estén valoradas correctamente (activos sospechosos por valor de 15,7 millones en el caso de Fiesta y de casi 20 millones en el de Residencial Marina en sus respectivas cuentas del año pasado, y que se mantenían en valores similares en ejercicios anteriores).

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Abel Matutes, entonces ministro de Exteriores, ante la Asamblea General de la ONU. FOTO: Fundación Abel Matutes.

Y la estrecha e inconfudible relación entre todas las sociedades es claramente comprobable porque en todas ellas un mismo apellido se repite incansablemente en sus cúpulas directivas y en sus consejos de administración. Matutes. Como primer o como segundo apellido de los ejecutivos, pero Matutes una y otra vez. El propio exministro, sus hijos, sus hermanos y una pléyade de sobrinos se sientan en los consejos de las compañías y tienen el control de sus accionariados a través de las sociedades familiares.

Un listín inacabable de empresas

Residencial Marina es la firma que sirve a don Abel y sus cuatro hijos (los Matutes Prats) para aglutinar gran parte de sus participaciones accionariales. Tradicionalmente el patriarca tenía un paquete mayoritario y sus hijos se repartían partes menores, pero los pesos han ido cambiando progresivamente. Desde el año pasado, Residencial Marina está controlada en un 75% por los cuatro hijos de don Abel –a razón de paquetes del 18,73% cada uno- y la presencia directa de su padre en el capital se ha diluido y repartido en varias sociedades.

Residencial Marina y Fiesta Hotels controlan decenas de compañías: compañías de gestión hotelera, pisifactorías, constructoras, inmobiliarias, empresas de agua. Y también varias sociedades patrimoniales en España y en otros países con fiscalidades más ventajosas

Del gran armazón de Residencial Marina cuelgan directamente, y con participaciones mayoritarias, sociedades de explotación hotelera –no todas vinculadas a Palladium- como Ritusa, Menorca S.A, Fiesta Canarias o la italiana Royal Imera; explotaciones de piscifactorías, como Cupimar o Cultivos Marinos Pitiusos; sociedades financieras como Patrimonial Santa Eulalia… amén de otra quincena de sociedades en las que tiene participaciones no mayoritarias (constructoras, depuradoras, inmobiliarias…). El espectro de actividades es realmente amplio.

Y también, y es aquí cuando la madeja se vuelve compleja de verdad, Residencial Marina controla un 50,29% de la propia Fiesta Hotels & Resorts, la otra gran pata (la mayor) del difuso holding familiar. Los Matutes Prats controlan pues directamente también el otro polo de capital a través del que se organizan los negocios familiares, y en el accionariado de Fiesta está presente, además, una sociedad compartida entre don Abel y sus hermanos (Etyam) y también directamente su hermano Antonio Matutes Juan (a través de la sociedad Residencial Es Vive, que, por cierto, también participa por su parte en otra decena de compañías).

Fiesta Hotels & Resorts aglutina las participaciones de control sobre diversos hoteles en Baleares y en Canarias, promotoras y compañías de gestión hotelera en República Dominicana, México o Brasil, así como el 50% de la sociedad FST Hotels (la firma que comparte con El Corte Inglés para explotar los establecimientos urbanos de la marca Ayre Hotels). Pero Fiesta está lejos de ser sólo el grupo hotelero de los Matutes. De hecho, según los documentos de constitución de la compañía, el objeto social de la empresa es explícitamente, además de la explotación hotelera, la construcción, la promoción inmobiliaria, el equipamiento turístico y también la transformación de alimentos (“especialmente queso”, se apunta).

Su hijo Abel, al que todos conocen como Júnior, tiene un papel cada vez más protagónico en la gestión de las empresas familiares. Y tanto el delfín como sus otras tres hermanas cada vez tienen una participación mayor en el capital del grupo

Las constructoras Constrinvesta y Urcoisa, las firmas de alimentación Comercial de Productos Pesqueros, Comercial Granja Santa Gertrudis y Nuevas Edificaciones Acuícolas, la distribuidora Zumos Naturales (bajo esta enseña tan anodina se esconde la gran firma que comercializa casi todas las bebidas en Ibiza y que, según fuentes del sector, es la única puerta para que las marcas consigan estar presentes en los establecimientos de moda de los Matutes), el puerto deportivo Varadero Port Denia, la compañía de parques acuáticos Servicios de Larga Distancia… Todo integrado en Fiesta Hotels.

[SABEMOS no ha podido confirmar las participaciones actualizadas en estas sociedades, dado que sorprendentemente las cuentas de Fiesta que guarda el Registro Mercantil de Ibiza correspondientes a 2013 y 2014 están incompletas y faltan las páginas en las que se recoge la aportación a los resultados de cada una de las filiales en ambos ejercicios | Ver información adjunta].

Y, en paralelo, Fiesta Hotels también se erige en brazo de inversor de la familia, concentrando varias firmas patrimoniales como Adecu Business, Patrimonial San Miguel, Promotora Pitiusa de Inversiones, Inversiones Inmobiliarias Callonga, Inversiones Ibiza, la holandesa Promintur (a través de la que la familia se beneficia de la ventajosa fiscalidad de Países Bajos y en la que también participa directamente Residencial Marina) y también manteniendo el control casi absoluto de la sicav Fivalbolsa (depositada en el Santander y presidida por María Matutes Prats, hija del patriarca).

Puede que don Abel piense que su gran legado es, o iba a ser, el macroplán para renovar de arriba abajo la playa d’en Bossa, ese minicortijo dentro del gran cortijo que muchos creen que para él es Ibiza. Pero la gran obra empresarial de Matutes, su legado, es la construcción de este imperio indescifrable, de este conglomerado camuflado y que resulta casi imposible calibrar con certeza hasta dónde llega. Y dado el protagonismo en la gestión del grupo del delfín, Abel Júnior, y dado el peso creciente en el capital de los cuatro hijos, parece claro que el legado es el propio Imperio Matutes.

 

LAS HOJAS QUE FALTAN EN EL REGISTRO MERCANTIL

Las cuentas estuvieron completas. Pero ya no. Al legajo con las cuentas de Fiesta Hotels & Resorts –una de las sociedades holding del imperio Matutes- que hay en el Registro Mercantil de Ibiza le faltan un puñado de hojas. Y que en algún momento estuvieron completas se sabe, uno, porque cuentan con la aprobación del auditor (Deloitte); dos, porque en principio sin llegar completas, el Registro las habría rechazado; y, tres, porque no es que falte información, es que faltan páginas, con saltos de numeración incluidos en los documentos.
Pero resulta sorprendente -difícil de ser mera casualidad- que tanto en el informe con los resultados de 2014 como en los de 2013 esas hojas que han desaparecido son las mismas: las que contienen la información con las participaciones concretas y actualizadas en otras sociedades del grupo y la aportación de cada una de ellas a la sociedad matriz. Así que se hace imposible conocer si ha habido cambios significativos en los paquetes accionariales o en las aportaciones (fundamentalmente vía dividendos) de estas empresas.SABEMOS ha podido comprobar la ausencia de esas páginas (seis en el informe de 2014 y tres en el de 2013) mediante las copias que solicitó telemáticamente por partida doble a través de Infoempresa y a través del Colegio de Registradores de España. En ambos casos, las páginas perdidas son las mismas.

Fuentes del Grupo de Empresas Matutes consultadas por SABEMOS muestran su sorpresa por que los informes estén amputados e insisten en que las cuentas de Fiesta Hotels & Resorts se entregaron íntegras en el Registro Mercantil de la isla. “La empresa ha depositado, tal y como exige la ley a una compañía familiar y privada, toda la información que requiere el Registro”, explica una portavoz.

“Si falta información no es porque la empresa no la haya depositado. Se comunica y se hace público a través del Registro Mercantil todo lo que se tiene que comunicar y hacer público. Además, nuestras cuentas están auditadas”, sentencia. La compañía, en cualquier caso, ha rehusado facilitar a SABEMOS las cuentas completas que, según su versión, se entregaron al Registro y que, por eso mismo, tienen carácter público. Pero nones: nos quedamos con las ganas.

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