Henry Dimbleby. Foto: gov.uk

Esta vez la recomendación no ha llegado del ministro de Consumo, Alberto Garzón. Tras la controversia sobre la carne y la proliferación de macrogranjas industriales, que ha abierto el debate sobre la necesidad de evolucionar hacia un modelo más sostenible, en otra latitud, el empresario y escritor de cocina, Henry Dimbleby, una voz respetada en los círculos conservadores, cofundador de Leon Restaurants y de la Asociación de Restaurantes Sostenibles, así como miembro principal no ejecutivo de la junta del Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Gobierno británico desde marzo de 2018, considera que el único modo de hacer un uso sostenible de la tierra y evitar el colapso ecológico es «reducir enormemente el consumo de carne y lácteos».

Henry Dimbleby ha declarado al tabloide The Guardian que, «si bien pedirle al público que coma menos carne, respaldado por una combinación de incentivos y sanciones, sería políticamente tóxico, era la única forma de cumplir con los objetivos climáticos y de biodiversidad del país».

Según Dimbleby, «Es un uso increíblemente ineficiente de la tierra para cultivar, alimentar a un rumiante, cerdo o pollo que luego, a lo largo de su ciclo de vida, los convierte en una cantidad muy pequeña de proteína para que comamos”.

En Inglaterra, el 85 % de la tierra agrícola se emplea en pastos destinados al pastoreo de vacas o para cultivar alimentos para los animales. Una forma de que la tierra se use de manera sostenible sería, como comenta, «reducir el 30% de la carne durante 10 años para que la tierra se use de manera sostenible en Inglaterra». 

Al zar de los alimentos del Gobierno británico, como se le conoce en algunos círculos, le preocupa sobremanera «si fallamos en esto”, porque sabe que “no cumpliremos con nuestras metas climáticas o de biodiversidad en este país». En cambio apunta a un «gran oportunidad de mostrar liderazgo de pensamiento en todo el mundo y mostrarles que esto se puede hacer, que podemos cultivar de manera sostenible y seguir alimentando a las personas”.

Informes polémicos

El Gobierno británico encargó a Dimbleby dos informes sobre el sistema alimentario del Reino Unido, si bien el libro blanco, publicado por el gobierno de Boris Johnson en junio, ha recibido duras críticas porque «diluía sus recomendaciones clave y contenía pocas medidas nuevas para abordar el aumento del costo de los alimentos, el hambre infantil, la obesidad o la emergencia climática», señala The Guardian.

Pero a él no le sorprendió porque cree que es «un área tan politizada que todo el mundo evita. Tienes grandes grupos de presión haciendo campaña a favor del consumo, y al público no le gusta la idea de reducir la carne y los lácteos”.

Un cambio cultural

En relación al futuro, Dimbleby no recomienda un impuesto sobre los productos animales, «porque caería el Gobierno en quince días», sino una transformación cultural que, en Inglaterra, «las personas dejen de sentir que necesitan comer carne con tanta regularidad».

En la entrevista con The Guardian ha vuelto a aflorar su sentido del humor. “Los franceses solían llamarnos rosbif, ya sabes, y en el siglo XIX había gente que iba a Francia y comentaba lo enfermizo que era, que los ingleses eran fuertes porque comían mucha carne. Eso continúa hoy… El público ahora realmente apoya increíblemente algunas medidas: el impuesto a la sal y al azúcar fue una medida popular. Pero todo lo que el gobierno se involucró con la carne, fue resistido”.

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