Esta semana se ha abierto el mercado de fichajes, que nunca cierra para ‘Football Manager’, un fenómeno que ha enganchado a millones de aficionados y mitificado a futbolistas desconocidos.

Una mujer embarazada se encuentra con una imagen inesperada al regresar a casa por la tarde: su marido, vestido de traje en la cocina, delante del ordenador portátil con las manos en la cabeza. “No me lo puedo creer: me han despedido”, dice él, compungido. La mujer se alarma: “¿Ahora que vamos a tener un niño? ¿Y qué vamos a hacer?”. El hombre comprende que su mujer no ha valorado bien la dimensión del problema: “No, no, eso está bien. Me refiero al Liverpool. Vamos segundos en la Liga y aún vivos en Europa, pero hemos perdido 4-0 con el Everton y me han echado. ¡No es justo!”.

Anécdotas como esta inspiraron a tres periodistas británicos para publicar el libro Football Manager robó mi vida. Veinte años de una bella obsesión, un homenaje a la saga de videojuegos que ha vendido más de 20 millones de copias en dos décadas. Y como cada usuario invierte una media de más de cien horas, calculen ustedes. En varios casos ha sido motivo de divorcio.

En 1982, Kevin Toms desarrolló un primer juego llamado Football Manager, sin relación con el que conocemos actualmente más allá del título y de que ambos consisten en gestionar un club de fútbol. Programado para Spectrum ZX, fue un éxito con varias secuelas durante una década. Cuando agotó su recorrido comercial tomó el relevo otra serie Championship Manager, de los hermanos Paul y Ov Collyer, enfocada ya al PC. Curiosamente, debido a un conflicto legal (los derechos del código pertenecían a una empresa y los del título, a otra) esta saga se bifurcó y el producto creado por los Collyer recuperó en 2005 el nombre de Football Manager. Ambos convivieron en el mercado hasta 2011, año de la última edición de Championship Manager, y además del libro también han dado origen a una película documental: ‘An Alternative Reality’.

Pura droga

Gaby Ruiz se enamoró del juego original, el de Toms, siendo adolescente. Más que enamorarse, se obsesionó: “Era una droga absoluta. Fue una debacle para mi vida social y de estudiante”, admite el periodista de Canal+. Su caso no es ni mucho menos extraño; pero, a diferencia de cientos de chicos más, él tenía unos hermanos que sabían programar. Le costó pero acabó convenciéndoles de crear un juego así para España, cuya primera versión se llamó Simulador profesional de fútbol y casi nadie recuerda. Las siguientes, comercializadas por Dinamic bajo la marca PC Fútbol, fueron un éxito y un fenómeno social en la España de los noventa, la década de la ‘Ley Bosman’ y los grandes contratos televisivos que permitieron rebautizar el campeonato como la “liga de las estrellas”.

Ruiz, que es hoy uno de los más prestigiosos periodistas de fútbol en España, encaja con deportividad y humor las bromas que aún le hacen sobre las generosísimas valoraciones que hizo en su día de jugadores, como Kanchelskis, Poborski o Savio, atacantes imparables que pasaban -literalmente- por encima de los defensores. La última aventura de sus hermanos en este terreno es FX Fútbol.

El arte de valorar jugadores

Junto a otros episodios de adicción como el relatado al inicio, Football Manager stole my life se centra en este tipo de jugadores sobrevalorados, especialmente en aquellos que se convirtieron en mitos de ordenador sin demostrar casi nada sobre el césped de verdad. Más de mil ojeadores han aportado información a la base de datos del juego, casi todos de forma desinteresada para ayudar a mejorarlo y que el fútbol de su país esté lo más fielmente representado posible. Pero eso no siempre sucede.

El error más frecuente es que a algún ojeador se le vaya la mano al valorar a los jóvenes más prometedores, aunque a veces suceden cosas imprevistas. Iván Abella, que cubría el mercado español, recuerda que en 2004 otorgó similares parámetros a un tal Lionel Andrés Messi y a Oskitz Estefanía, la perla de la Real Sociedad, cuya carrera quedó destrozada por tres graves lesiones de rodilla. Aún peor fue lo de Justin Georcelin, el objetivo de todo secretario técnico decente cuando despuntaba en el Northampton Town. No sabemos hasta dónde habría podido llegar de no haber sido condenado a nueve años de cárcel por atracar taxistas a punta de cuchillo para pagarse la droga.

Zola Moukoko empezó a notar algo raro: firmaba demasiados autógrafos para ser un jugador de las categorías inferiores del Derby County

El crack virtual más recordado es Tonton Zola Moukoko, congoleño con pasaporte sueco. Con 17 años tuvo ofertas de Milan y Juventus, pero prefirió el Derby County. Su fichaje en el año 2000 coincidió con su máxima valoración en el mundo paralelo del juego: no había nadie mejor en el mundo para jugar detrás de los delanteros. De repente, Zola Moukoko notó que la expectación se desbordaba en torno a él: demasiados autógrafos para un simple jugador de las categorías inferiores. Cuando descubrió el motivo, su agente trató de que le retiraran del juego, porque aquello no podía hacerle ningún bien. Nunca llegó a jugar con el primer equipo del Derby County y ha desarrollado su carrera en equipos modestos de Suecia y Finlandia.

Aunque para crack virtual, en todos los sentidos, el portugués Tó Madeira. Pese a pertenecer al Clube Desportivo de Gouveia, equipo de Tercera División en una ciudad a mitad de camino entre Salamanca y Oporto, este delantero portugués no tenía mucho que envidiar a Ronaldo, Rivaldo o cualquier otra estrella de la época. Con razón era el fichaje más rentable del Championship Manager 2001/02. Poco después se supo que Tó Madeira no existía. Era obra de un ojeador, António Lopes, estudiante de ingeniería, aficionado al fútbol y antiguo juvenil del Gouveia, que modeló así el futbolista que había soñado llegar a ser. Los fans de Football Manager seguramente tengan poco que reprocharle: esa es justo la esencia de este tipo de juegos.

Imagen | ‘yasdl.com

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