• El PP ha sido el partido más votado en las elecciones generales, con el 28,7% de los votos y 123 escaños. La mayoría es la más precaria de la democracia: Nunca nadie ganó con menos del 30% del voto.
• Rajoy se quedaría lejos de la mayoría absoluta aun sumando el apoyo de Ciudadanos, cuarta fuerza (13,9% y 40 diputados).
• El PSOE mantiene ‘in extremis’ la hegemonía en la izquierda pese a cosechar el peor resultado de su historia (22% y 90 escaños)
• Podemos irrumpe como tercera fuerza catapultado por sus alianzas periféricas (69 actas). Iglesias y Sánchez podrían impulsar un pacto de gobierno con IU y fuerzas nacionalistas.
• Batacazo del independentismo catalán, que no alcanza ni un tercio de los votos (17 de 47 escaños).
• UPyD, BNG, Geroa Bai y Unió se quedan fuera del Congreso. Izquierda Unida sobrevive con dos escaños. Bildu pasa de siete a dos. Coalición Canaria conserva un representante.

El Partido Popular ha ganado las elecciones generales pero tiene muy poco que celebrar. La precaria mayoría que los españoles han dado a Mariano Rajoy (28,7% de los votos y 123 escaños) es la más exigua de la democracia -muy por debajo de los 156 escaños con que ganó Aznar en 1996- y deja al actual presidente con escasas posibilidades de volver a ser investido. Aun logrando el apoyo de Ciudadanos (13,9% y 40 diputados) se quedaría lejos de la mayoría absoluta. En cuatro años, Rajoy ha perdido 63 diputados y 16 puntos de apoyo electoral. Solo la división de la izquierda, literalmente partida en dos, le permite al PP seguir en cabeza.

El PSOE mantiene la segunda plaza por la mínima sobre Podemos. Al perder la quinta parte de los votos de 2011, Pedro Sánchez lleva al PSOE a su peor resultado histórico (22% y 90 diputados), siendo incapaz de superar la simbólica barrera de los 100 escaños y con Pablo Iglesias pisándole los talones. La formación morada se ha quedado a dos puntos de los socialistas, obteniendo 42 diputados con su marca y 27 más con las alianzas periféricas.

La estrategia electoral de Iglesias, cuyo éxito en las urnas es indudable, tiene el envés de la polifonía parlamentaria. Podemos prometió a sus socios catalanes (ICV, EUiA y Barcelona en Comú), gallegos (EU, Anova y las mareas) y valencianos (Compromís) grupo propio en el Congreso. Habrá, pues, cuatro grupos vinculados al partido del círculo, aunque tres de ellos engloben también a diputados de otras formaciones ajenas a Iglesias. La izquierda está ante el reto de engarzar una heterogénea y compleja alianza que englobe a todos ellos, a Izquierda Unida y a fuerzas nacionalistas para lograr el poder. De no lograrlo, y ante la inviabilidad de que Rajoy sume más síes que noes a su investidura, habrían de repetirse los comicios.

El bipartidismo, en sus peores números

El escenario es el de un atomización parlamentaria sin precedentes, con la sombra de la ingobernabilidad cerniéndose sobre España. El bipartidismo, acostumbrado a rondar los 300 escaños, apenas supera ahora los 200. Populares y socialistas han hundido su suelo de 1989 (282 actas) y ya no contarán con los dos tercios de la Cámara, perentorios para cualquier reforma de calado. Sí la conservan en el Senado, donde PP (se ha llevado 119 escaños de los 208 en juego) y PSOE (52) siguen siendo hegemónicos.

El equilibrio entre bloques en la Cámara Baja (PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos) es casi perfecto en torno a los 160 diputados, si bien los partidos de izquierda podrían buscar el apoyo de IU y los nacionalistas, respaldos que en ningún caso sumaría un hipotético pacto de los populares con Albert Rivera.

La quinta fuerza por número de escaños es Esquerra Republicana, que se lleva nueve de las 47 actas catalanas (seis más que hace cuatro años). Democracia i Llibertat, la marca bajo la que concurría la Convergència de Artur Mas, obtiene ocho, por las 16 que logró en 2011 junto a Unió. El independentismo se ha visto superado por la candidatura de confluencia izquierdista impulsada por Iglesias y Ada Colau, que se ha llevado el 25% de los votos y 12 escaños. La participación en esta región ha subido casi seis puntos -por los cuatro que lo ha hecho a nivel nacional-, pese a que la CUP pidió abstenerse. La Unió de Duran i Lleida no ha logrado entrar en el Congreso.

Hundimiento de Bildu

El PNV, por su parte, sigue conservando la inquebrantable fidelidad de su electorado, con un nivel de apoyo muy similar al de 2011 y un escaño más. Suma seis y triplica a EH Bildu, que se hunde al pasar de siete diputados a solo dos, menguada por el empuje de Podemos. Geroa Bai, el partido hermano del nacionalismo vasco en Navarra, se queda sin su única acta.

Y fuera del Parlamento se queda también el BNG, presentados ahora bajo las siglas NÓS. Los nacionalistas gallegos llevaban desde 1996 representados en la sede de la soberanía nacional y ahora no será así por la pujanza de En Marea, la candidatura de confluencia en la que se ha integrado Anova, partido del exlíder del BNG Xosé Manuel Beiras. Los nacionalistas canarios salvan in extremis un representante por Santa Cruz de Tenerife.

No es así en el caso de UPyD, proyecto definitivamente fagocitado por Ciudadanos. Siete años después de que Rosa Díez explorara la erosión al bipartidismo, su partido queda prácticamente extinguido. Andrés Herzog, cabeza de cartel, no ha podido pasar de un pobre 0,6%. Mejor ha aguantado IU, que ha hecho valer el tirón de Alberto Garzón para sacar dos escaños por Madrid.

¿Y ahora qué? Los resultados solo dejan tres escenarios posibles: el mencionado pacto a varias bandas de la izquierda con los nacionalistas, una improbable gran coalición PP-PSOE o la reedición de las elecciones. El Parlamento ha de constituirse el 14 de enero para oficializar la atomización de la política española, con el desafío secesionista catalán como telón de fondo y una amplia mayoría de la Cámara abogando por el impulso de una reforma constitucional. «A la salida de la crisis no habitaremos el mismo planeta que hemos conocido. Habrán cambiado las reglas», vaticinó Rajoy hace cuatro años en su discurso de investidura. Probablemente hasta ayer no fue consciente de cuán acertado estuvo en su diagnóstico.

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