Un autobús de National Express con cero emisiones en la entrada del centro de eventos donde se celebra la Conferencia sobre el Clima, la COP26, en Glasgow (Escocia).

El sector del transporte es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Las emisiones del sector se han duplicado desde 1970, y alrededor del 80% del aumento se debe a los vehículos de carretera. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que el sector del transporte mundial depende casi por completo de los combustibles fósiles. Pero esto podría cambiar en los próximos decenios.

En la Conferencia sobre Cambio Climático, la COP26, más de cien gobiernos nacionales, ciudades, estados y grandes empresas han firmado la Declaración de Glasgow sobre automóviles y furgonetas con cero emisiones para poner fin a la venta de motores de combustión interna en 2035 y en los principales mercados del mundo en 2040. Al menos trece países se han comprometido también a acabar con la venta de vehículos pesados que utilizan combustibles fósiles para 2040. En muchas ciudades, las iniciativas ya están en marcha, como en Bogotá, Cuenca y Salvador, que tienen por objetivo conseguir flotas de transporte público de emisiones cero para 2035.

«El mensaje para los responsables de la toma de decisiones es: Tenemos que asegurarnos de que empezamos a normalizar que, para 2035, debemos dejar de vender coches de gasolina y diésel. Para los autobuses, será antes, 2030; el transporte pesado, puede tardar algo más, 2040. La cuestión es acostumbrarse a la idea de tener un calendario para poder pasar a opciones de cero emisiones en todas las áreas. Esto no es sólo para los mercados avanzados de los países en desarrollo, sino también para las economías en vías de desarrollo, porque sabemos que la peor contaminación está allí», dijo Mónica Araya, de la iniciativa mundial Drive Electric Campaign.

Araya lo ha dejado muy claro: durante la transición, los países en desarrollo no pueden convertirse en el vertedero de la vieja tecnología de los más ricos, sino que deben ser vistos como impulsores del gran cambio.

«Crecí en Costa Rica. Recuerdo que iba a la escuela en un autobús de tercera mano importado de Estados Unidos. Esa experiencia ha marcado gran parte de mi pensamiento en torno a esta transición. Sé que, por un lado, tenemos que asegurarnos de transformar los grandes mercados que producen camiones, autobuses, coches, (pero también) tenemos que activar los cambios en esos mercados para que haya un efecto dominó», explicó.

Daniel Dickinson. Un buque portacontenedores llega a Nueva Orleans, en Estados Unidos.

Una industria del transporte marítimo ecológica

El sector del transporte marítimo también ha tomado medidas, con 200 empresas de toda la cadena de valor del transporte marítimo que se han comprometido a ampliar y comercializar buques y combustibles de emisiones cero para 2030. También han pedido a los gobiernos que establezcan las regulaciones y la infraestructura adecuadas para favorecer una transición justa para 2050.

Al mismo tiempo, 19 países han firmado la Declaración de Clydebank para apoyar el establecimiento de rutas de navegación sin emisiones. Esto supone la creación de al menos seis corredores marítimos de emisiones cero para mediados de esta década, y se aspira a ver muchos más en funcionamiento para 2030.

«Hay unos 50.000 buques mercantes en el mundo, así que la tarea es grande, y creo que los distintos sectores del transporte marítimo avanzarán a ritmos diferentes. Por eso, el compromiso de la Declaración de Clydebank con los corredores verdes permite a los primeros en probar la tecnología, reducir los costes, crear la política, habilitar los ecosistemas necesarios y que otros puedan aprender de ello y seguirles», explicó Katharine Palmer, defensora de alto nivel del cambio climático de la ONU.

Estos corredores verdes supondrían que los barcos que transportan mercancías por todo el mundo viajarían sin utilizar combustibles de hidrocarburos y en su lugar utilizarían combustibles derivados del hidrógeno verde (hidrógeno generado por energía renovable), electricidad renovable y otras opciones sostenibles. «También incluye el compromiso con los productores de energía para que puedan producir suficiente combustible (verde). Será necesaria una colaboración público-privada con los gobiernos para poner en marcha las políticas necesarias», añadió la experta.

Entre otras buenas noticias, nueve grandes marcas, entre ellas Amazon, IKEA, Michelin, Unilever y Patagonia, han anunciado que cambiarán el 100% de su transporte marítimo por buques con combustible cero en carbono para 2040.

Banco Mundial/Arne Hoel. Un avión en pista, en Ghana.

El reto de la aviación

Las empresas del sector de la aviación y los grandes clientes corporativos también anunciaron una actualización de su “Coalición cielos limpios para el mañana”, cuya misión es acelerar el despliegue de combustibles de aviación sostenibles.

Ochenta signatarios se han comprometido, hoy, a impulsar el combustible verde hasta el 10% de la demanda mundial de combustible para aviones en 2030.

Estos «combustibles verdes» se producen a partir de materias primas sostenibles, como el aceite de cocina, el aceite de palma de los animales o plantas, y los residuos sólidos de hogares y empresas, y son muy similares en su química al combustible fósil tradicional para aviones. Si se consigue, se reducirá 60 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año y se crearían unos 300.000 empleos verdes.

¿Pero qué pasa con la energía solar o eléctrica? Según Lauren Uppink, responsable de Aviación del Foro Económico Mundial, podría ser posible para vuelos cortos en el futuro. «Habrá una pequeña parte de la demanda energética que dependerá de nuevas tecnologías como el hidrógeno y la batería eléctrica, pero para los vuelos de larga distancia no son factibles por su física. Así que los combustibles sostenibles para la aviación son nuestra única solución para descarbonizar y volar con neutralidad de carbono».

La experta también anunció que los primeros aviones eléctricos y de hidrógeno posiblemente comenzarán a despegar en 2030, y que la transición de la industria también podría generar miles de empleos verdes en los países en desarrollo.

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