España es una de las áreas con mayor diversidad de abejas de la cuenca mediterránea. Se han citado más de 1.100 especies diferentes con una variedad de morfologías, comportamientos y hábitos enorme. Sin embargo, las abejas silvestres siguen siendo unas grandes desconocidas a pesar de que en nuestras latitudes contribuyen a la polinización de más del 75% de las plantas silvestres y cultivadas. Las abejas son las responsables de la producción de semillas y frutos de muchas plantas que consumimos, como, por ejemplo, almendras, judías, melocotones, fresas, calabacines o pimientos.

Mucha gente piensa que todas las abejas viven en colonias con una reina, muchas obreras y algunos zánganos. No obstante, la mayoría de las especies de abejas son solitarias. Es decir, no forman colmenas ni enjambres ni tampoco producen miel como la famosa Apis mellifera. En la mayoría de especies, las hembras nidifican en pequeñas excavaciones construidas en el suelo o en la madera. Además, existen especies de multitud de tamaños, desde pocos milímetros hasta 3 centímetros de largo.

La fascinación por su diversidad

Fascinarse por esta diversidad de abejas es el primer paso para poder comprender su ecología y proteger sus poblaciones, cada día más amenazadas por la pérdida de espacios naturales, los pesticidas, la introducción de especies exóticas incluidos patógenos o el cambio climático. Y también es uno de los objetivos de la exposición fotográfica Abejas silvestres que, durante el próximo mes, hasta el 5 de junio, se puede ver en la sala Invernadero de los Bonsáis del Real Jardín Botánico (RJB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid.

Con estas 20 fotografías de gran tamaño obra del fotógrafo Curro Molina se invita al espectador a descubrir algunas especies de abejas comunes en nuestro entorno. Es necesaria una concienciación sobre el valor de las distintas especies de abejas para el mantenimiento de la biodiversidad.

«Mucha gente piensa que la función de las abejas es producir miel. Sin embargo, solo una especie la produce. Hay que visibilizar el valor incalculable que tienen las abejas: son necesarias para que las plantas produzcan frutos y semillas, no en las plantas silvestres, algunas de las cuales se muestran en esta exposición, sino también en las plantas que cultivamos y de las que nos alimentamos. La polinización por abejas es un servicio ambiental que no tiene precio», asegura Montserrat Vilà, científica de la Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC), y comisaria de la muestra.

Los riesgos para las abejas

Vilà es una ecóloga que estudia principalmente los factores biológicos y ambientales que determinan la presencia y el éxito de las plantas invasoras, así como sus impactos ecológicos y económicos. Y, añade, que estas especies, pese a su riqueza y protagonismo ambiental, están constantemente amenazadas por la presencia humana.

«Nuestro proyecto trata de cómo el uso de colmenas de abejas de la miel y de abejorros manejados para producir frutos fuera de temporada pueden afectar a la biodiversidad de abejas silvestres. Existe el riesgo de que las abejas se vean desplazadas por competencia, por hibridación o por transmisión de patógenos», recuerda la investigadora.

Las fotos de esta exposición no sólo capturan a las abejas, sino su interacción con diferentes plantas en flor. Esta interacción entre plantas y abejas es vital no solo para el correcto funcionamiento de los ecosistemas sino para la polinización de cultivos que son, como subraya su comisaria, la base de nuestra alimentación.

La muestra ha sido elaborada en el marco de la Ayuda a Equipos de Investigación Científica Ecología y Biología de la Conservación «ABEJORROS» financiado por la Fundación BBVA.

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