La comparecencia de Pedro Sánchez apelando al diálogo y a la negociación y, sobre todo, reconociendo que corresponde a la primera fuerza política la tarea de formar Gobierno, abre una puerta de esperanza a los dirigentes populares. Después de lograr una amarga victoria, acompañada de un decepcionante resultado por parte de Ciudadanos, lo cual hace imposible revalidar el poder pactando únicamente con la formación de Albert Rivera, la única opción viable pasa por un entendimiento con los socialistas.

Hay que remontarse a las elecciones de 1989 –por entonces con las siglas de AP y con un novato José María Aznar como candidato-, para ver un resultado peor que el obtenido anoche por el Partido Popular. En sólo una legislatura Mariano Rajoy se ha dejado más de 3 millones y medio de votos y un tercio de los escaños en el Congreso. Los rostros en el balcón de la calle Génova, a pesar de las sonrisas forzadas de los allí presentes, denotaban que había sido una noche difícil la vivida en la séptima de la sede central.

Sin embargo, y a pesar de que viendo el ambiente festivo del resto de las formaciones nadie lo hubiera dicho, el partido del Gobierno ha conseguido una clara victoria en estos comicios, sacando 1,6 millones de votos y más de 30 escaños al segundo, como bien se encargó de subrayar Rajoy en su comparecencia. Y con esa baza es con la que va a jugar durante las próximas semanas el líder del Ejecutivo.

Según transcurrían las horas en la noche de ayer, las sensaciones de los populares fueron cambiando gradualmente. Sin querer hacer valoraciones sobre los sondeos a pie de urna que ofrecían la posibilidad de una suma del PP con Ciudadanos, la primera parte del escrutinio incrementó la preocupación en el seno del partido. El panorama que salía de las urnas borraba cualquier posibilidad de alcanzar los 176 escaños de la mayoría absoluta, y no precisamente por los datos del PP, que más o menos cumplían con las expectativas de los últimos mese, s, sino por el batacazo que se daba la formación naranja, que rondaba la treintena de diputados. Además, en esos momentos, el PSOE tocaba el centenar de asientos en el Parlamento, con los que se daba por hecho que Pedro Sánchez iba a intentar llegar a La Moncloa.

La última parte del recuento fue dulcificando el ambiente en Génova. Finalmente, a falta del voto rogado que se contabilizará el próximo miércoles, el PP obtiene 123 escaños, que añadidos a los 40 de C’S dan 163, a 13 de la mayoría absoluta. Ni siquiera en el hipotético caso de contar con los apoyos del PNV y CC, -únicos grupos con los que no es del todo descabellado pactar-, alcanzan la cifra necesaria.

Por todo ello, a última hora la cúpula popular asumía que va a tener que entenderse con el PSOE para tener alguna posibilidad de seguir ocupando la presidencia. En ese sentido fueron dirigidas las palabras de Mariano Rajoy –sin mencionar a Pedro Sánchez- cuando salió el balcón a los simpatizantes allí reunidos. “Hará falta hablar mucho y dialogar más”, pronunció el presidente del Gobierno, dando pistas de lo que va a ser nueva legislatura. No obstante, las palabras que mejor sentaron en el PP fueron las del secretario general de los socialistas, que felicitó en público y en privado a los ganadores, recalcó que les toca a los populares intentar formar gobierno, y, lo más destacable, en ningún momento insinuó que él, en caso de que el Partido Popular no fuera capaz de ganar la investidura, se ofrecería para dirigir el país. Y es a esto último a lo que se agarran en el PP, que confían en que se respete la tradición de que quien vence, acaba gobernando.

Desgranando los resultados de estas elecciones, se confirma una leve mejoría respecto a las municipales de este mismo año, con más de un millón de votos respecto a esos comicios. Si lo comparamos con las autonómicas, se aprecia también un leve ascenso, destacando el registrado en uno de sus feudos históricos, la Comunidad Valenciana. Son primera fuerza en todas excepto Extremadura, Andalucía, Cataluña y País Vasco. Desde esta perspectiva, desde la dirección esperan que este 2015 haya supuesto el suelo electoral de la formación, y que a partir de ahora sólo se pueda mejorar en las sucesivas citas con las urnas.

De todos modos, hay que señalar dos losas para el Partido Popular, como son Cataluña y País Vasco, comunidades en las que existe el peligro real de convertirse en algo residual. En la primera, son ahora sexta fuerza, y no obtienen ningún representante en las provincias de Gerona y Lérida; mientras que en la segunda apenas pasan del 10% de los votos y ya ni siquiera son primeros en su bastión particular, Álava. Por cierto que tanto Borja Sémper como Javier Maroto –dos figuras de peso dentro del partido- se han quedado fuera del Congreso. El que no se ha quedado fuera ha sido Pedro Gómez de la Serna, número dos por Segovia, que se ha visto envuelto en la polémica durante la campaña electoral por el cobro de unas comisiones, y al que sus propios compañeros habían pedido la dimisión.

Por último, no puede pasar por alto la mayoría absoluta obtenida por el PP en el Senado, en el que ocupará 124 asientos de los 208 que se repartían el 20-D. No es una cuestión baladí teniendo en cuenta que la Cámara Alta es fundamental tanto si se quiere reformar la Constitución, como si se quiere aplicar el famoso artículo 155 en Cataluña.

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