Las partes del Convenio para la Protección del Medio Marino y la Región Costera del Mediterráneo, más conocido como Convenio de Barcelona, han acordado solicitar un Área de Control de Emisiones para las emisiones de azufre (SECA, por sus siglas en inglés) en la próxima reunión de la Organización Marítima Internacional (OMI) que tendrá lugar en 2022. El acuerdo se ha adoptado durante la reunión celebrada en Antalya (Turquía). A partir de ahora y siguiendo los procesos de toma de decisiones en la OMI, la regulación SECA entrará en vigor en enero de 2025.

De momento, la solicitud a la OMI no incluirá las emisiones nocivas de nitrógeno de los buques. No obstante, sí se ha logrado un acuerdo para seguir trabajando durante los próximos dos años sobre su viabilidad para presentar también un Área de Control de Emisiones de Nitrógeno (NECA) en la región que, tal y como consideran las organizaciones ambientales, mejorará de manera efectiva la calidad del aire.

La coalición europea de organizaciones ambientales que desde el año 2015 trata de impulsar el establecimiento de un Área de Control de Emisiones en el Mediterráneo –entre las que se encuentra Ecologistas en Acción– ha acogido con satisfacción la decisión de los Estados mediterráneos. Sin embargo, también ha lamentado que no haya sido más ambiciosa en cuanto a contaminantes y tiempos de entrada en vigor.

María García, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado: «Es un gran paso para conseguir un aire más limpio en la región. Sin embargo, el sentimiento es agridulce, porque no se ha incluido la regulación para reducir las emisiones nocivas de óxidos de nitrógeno de los buques. La evidencia científica demuestra que solo un área combinada de control de emisiones de azufre y nitrógeno maximizará los beneficios para la salud, los ecosistemas y el clima en todo el Mediterráneo».

Según dichas organizaciones, se ha perdido la oportunidad para acelerar la implementación de una regulación como ya existe en el norte de Europa. No existen razones –aluden– para postergar estas medidas, cuando en el Mar del Norte y el mar Báltico la SECA es vigente desde el año 2015 y la NECA desde hace un año.

Las organizaciones también piden que se prohíba todo tipo de depuradoras de gases (conocidas como scrubbers) que la OMI da como opción alternativa a las navieras para seguir usando fueloil pesado, de alto contenido de azufre (HFSO).

María García ha concluído: «Existen 4.000 buques que utilizan scrubbers, el 80% de ciclo abierto. Esto significa que se vierten directamente los contaminantes del aire al mar, con la consiguiente contaminación de los ecosistemas y el peligro para la salud humana. Varios países y puertos ya han restringido el uso de scrubbers y un estudio interno de la propia OMI reconoce el problema. Pedimos que se abandonen falsas soluciones tecnológicas y se prohíba el uso de fueloil pesado».

La contaminación marítima en cifras

Se calcula que a nivel mundial se producen 60.000 muertes prematuras al año asociadas con la contaminación del aire de los barcos. En la UE, la contaminación de los buques causa alrededor de 60.000 millones de euros en costes sanitarios anuales. Las emisiones de óxido de azufre (SOx), óxido de nitrógeno (NOx) y partículas ultrafinas (PM2,5) del transporte marítimo son una amenaza significativa para la salud humana, el medio ambiente y el clima.

En la región mediterránea, las emisiones de los buques contribuyen sustancialmente a los niveles de emisiones ambientales que afectan a  250 millones de residentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los niveles medios anuales en la región a menudo superan sus límites de calidad del aire en más de cinco veces.

Además, alrededor del 70 % de las ciudades en los estados litorales mediterráneos están muy por encima de la recomendación de la OMS para los niveles de contaminación por PM2,5. Las altas concentraciones ambientales de PM2,5 debido a las emisiones de los buques se corresponden perfectamente con las principales rutas marítimas y afectan sobre todo a las zonas costeras. En ellas se encuentran muchas de las ciudades más densamente pobladas de la región mediterránea, de ahí la gran importancia de la implantación de estas zonas de control de emisiones marítimas.

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