Este artículo se inicia poniendo sobre el tapete público el alto grado de infelicidad que actualmente poseen las personas en el desempeño de su puesto profesional. El origen de este fenómeno proviene de mucho antes de la llegada del Covid-19 y de la Gran Recesión provocada por la caída financiera de Lehman Brothers.

Para muchos economistas, entre los que nos encontramos los autores de este artículo, la génesis de este hecho se ubica en el hipercapitalismo que ha traído la globalización. Si queremos acabar con este lado oscuro de la economía, las empresas deberán cambiar sus modelos de cultura organizativa de low cost y precariedad laboral. ¿Cómo se pueden cambiar estos modelos de gestión? Quizás, una vía para ello podría ser el gozar de unas gobernanzas corporativas que incentiven el activo intangible de la felicidad, pues constituye uno de los principales impulsores de la innovación, el intraemprendimiento y la creatividad de su capital humano.

Una premisa básica para la consecución de esta meta sería cultivar la atractiva filosofía del happiness managment, cuya finalidad es promover el rendimiento sostenible de las empresas, especialmente en entornos complejos y de incertidumbre. Desafortunadamente, esta cultura gerencial se encuentra en fase embrionaria de implementación en el actual sistema capitalista.

Una de las razones que explica esta realidad se localiza en el amplio desconocimiento de la alta dirección de las grandes compañías sobre el concepto del happiness managment. Sin saber que este modelo de gestión conduce de forma significativa al compromiso y a la lealtad de sus empleados a través del círculo virtuoso de la felicidad corporativa.

De este modo, se crea un clima organizacional que permite a los trabajadores superar las barreras que se hallan en el desempeño cotidiano de su actividad profesional, y, por ende, lograr sus metas laborales con entusiasmo, satisfacción y alegría. Esto también se traduce en una disminución de los eventos psicológicos que afectan negativamente a la salud y el bienestar subjetivo de los empleados, sirva de ejemplo, la presión, el estrés y la ansiedad.

A nivel macroeconómico, el happiness managment ofrece una gran oportunidad para avivar el tejido productivo de los territorios, siempre que las estrategias de las entidades se alineen en tejer un equilibro integral y holístico entre los beneficios empresariales y la felicidad de sus clientes internos, bajo los criterios del crecimiento inclusivo y el desarrollo sostenible.

Tal hecho precisa que las administraciones públicas emprendan unas robustas políticas socioeconómicas que aceleren la productividad laboral y la eficiencia operativa de su ecosistema. En este contexto el happiness managment jugará, sin lugar a dudas, un papel muy importante en el éxito social de estas acciones públicas. Dicha aseveración se fundamenta en que es uno de los principales instrumentos de la dirección estratégica que origina fuertes ventajas competitivas, así como la generación de un semillero de patentes industriales nacidas dentro de las organizaciones.

Por tanto, ¿qué esperan las empresas para llevar a cabo la filosofía del happiness managment, y así poder gozar de una imagen corporativa positiva y coherente con los objetivos de desarrollo sostenible y el marketing social?

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