• La formación de Albert Rivera tiene el electorado más infiel de los cuatro grandes: sólo el 70,4% asegura que repetiría.
• Un 14,5% de sus votantes tenía decidido a principios de año que apoyaría a otra fuerza o se abstendría. El 15,5% duda qué hacer.
• El proyecto naranja no compensa esa fuga con los 330.000 sufragios que arrebataría a PP, PSOE y Podemos en caso de nuevas elecciones.
• C’s paga la pérdida de tirón de su líder y haber sido aupado por electores críticos y poco ideologizados.

A principios de enero, a Ciudadanos no le convenían unas nuevas elecciones. A saber ahora, pero el barómetro de enero del CIS, realizado sobre entrevistas que todo el mundo considera desfasadas, parecía confirmar el mantra que desde hace semanas viene repitiéndose en círculos y análisis políticos. Eso sí, no toma en cuenta ni que el PSOE esté intentando formar Gobierno, ni el plantón de Rajoy al monarca ni, sobre todo, la crisis de credibilidad provocada tras el desplome del PP valenciano.

En todo caso, es innegable que cuando se llevó a cabo la encuesta el partido de Albert Rivera demostraba sus problemas a la hora de fidelizar a sus electores, hasta el punto de que un 29,6% de los que votaron naranja el 20-D estaban pensando ya en cambiar de barco. Es decir, Rivera corría entonces el riesgo de perder a más de un millón de los 3.500.541 españoles que hace mes y medio le dieron su apoyo.

De ese millón de ‘infieles’, la mitad se antojaba definitiva y afirmaba tener decidida la alternativa. Un 18,9% (casi 200.000) se refugiaría en el PP, un 12,8% optaría por no acudir a las urnas y un 15,8% se repartiría entre PSOE, Podemos, el voto en blanco, IU y En Comú Podem, la confluencia catalana impulsada por Pablo Iglesias y Ada Colau.

200.000 votantes de C’s se pasarían al PP y otros 133.000 optarían por la abstención

Otros 542.000 de los electores que en diciembre respaldaron a C’s no sabían a principios de mes qué harían en caso de nuevas elecciones. Serían todavía recuperables por Rivera pero meditaban cambiar de papeleta. La fidelidad de voto del partido naranja se sitúa en el 70,4%, claramente por debajo del 78,4% que marca el PSOE, el 84,7% de Podemos y el 85,3% del PP.

Ciudadanos pagaba así cara su vocación centrista y su alejamiento de las consignas ideológicas clásicas, siempre convenientes para afianzar al votante. Asimismo, el hecho de ser un partido de reciente implantación a nivel nacional suponía un hándicap añadido, pues votar tiene un importante componente de costumbre del que aún no se benefician los proyectos bisoños. El clima de volatilidad que vive España y que propició su crecimiento también tiene ahora un envés negativo para C’s. Sin duda, no ayudó tener en Gran Hermano VIP por esas fechas a la concejala Carmen López de Castilleja de la Cuesta, que arrastró por el barro mediático el nombre de la formación.

Todo ello contribuyó entonces al desgaste personal del líder, que en ese momento ya no aparecía como el mejor valorado por los españoles. La puntuación de Rivera (3,92) era más de un punto inferior a la que tenía antes de la campaña electoral (4,98) y se veía superado por Alberto Garzón (4,68) y Xavier Domènech (4,26), si bien este último solo es valorado por el 6% que lo conoce. Pablo Iglesias (3,78) y Pedro Sánchez (3,75) pisaban ya los talones del presidente naranja en esta clasificación. Está por ver si después de su intensa actividad de los últimos días se mantiene esa tendencia.

Este contexto explica la bajada de siete décimas de Ciudadanos, a quien el CIS estima una intención de voto del 13,3%. Rivera puso, claro está, especial énfasis en que el trabajo de campo del estudio se realizó hace un mes y desde entonces han pasado cosas que pueden haber jugado a su favor -nuevos casos de corrupción en el PP, papel central de C’s en las negociaciones parlamentarias, etc- pero los cualitativos que recoge no están caducos y confirman que el mayor reto al que se enfrenta la formación es fidelizar a un electorado crítico y poco ideologizado, más dispuesto que cualquier otro a cambiar de barco.

El partido naranja es el que menos abstencionistas logra atraer (5,2%)

Ciudadanos no compensaría esas fugas con la captación de bolsas de votantes de otros partidos. En unos nuevos comicios, la formación naranja apenas lograría arrebatar 170.000 sufragios al PP (el 2,4% de los apoyos que tuvo Rajoy), 110.000 al PSOE (2%) y 51.000 a Podemos (1,6%). Además, el CIS calcula que se haría con el 3% de las papeletas de la confluencia valenciana Compromís-Podemos y con el 2% de la catalana En Comú. De los que se abstuvieron el 20-D, un 5,2% dice que ahora elegiría la papeleta de Rivera, por el 7,1% que apoyaría a Podemos y las confluencias, el 6,8% que iría con el PP y el 6,5% que respaldaría al PSOE.

Izquierda Unida es el único partido nacional que presenta peores índices de fidelidad que C’s. Acosada por el empuje de Podemos y deprimida por los perversos efectos que para ella tiene el sistema electoral, la federación de Alberto Garzón solo se aseguraría ahora el 65,9% de los votos que tuvo en diciembre. Casi una décima parte de su electorado se pasaría a Podemos, el trasvase más grande entre partidos de todos los detectados por el CIS.

Aún más dramática es la situación de Democràcia i Llibertat, la coalición catalana en la que se diluyó la Convergència de Artur Mas. El 40% de sus apoyos cambiaría de papeleta o duda si hacerlo, en buena parte camino de una ERC ya muy distanciada en intención de voto y claramente hegemónica entre el independetismo.

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