El 20% de los adolescentes afirma haber acosado a alguien a través de internet. En 2013, más del 15% de chavales menores de 17 años había recibido algún tipo de acoso a través de la red. En 2010 la cifra ya estaba en torno al 20% de quienes sufrían este tipo de acoso. El tiempo pasa y los datos son igual de negativos (o peor), ¿no hay ningún tipo de solución?

La sociedad evoluciona y sus costumbres, en vez de caer en el olvido, también lo hacen. El nuevo arenero del colegio o instituto ahora son las redes sociales. Por lo demás, todo se mantiene. Así, un fenómeno que ya no es nuevo, el ciberbullying, parece haber encontrado hueco de manera peligrosa entre los jóvenes españoles. El acoso entre iguales en el entorno de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños, amenaza con seguir evolucionando si nadie lo remedia.

De hecho, las cifras no invitan al optimismo. Según un estudio, un 18% de los encuestados reconoce haber acosado en redes sociales a otra persona al menos una vez, en la mayor parte de las ocasiones burlándose de su aspecto físico. Son datos que recoge un estudio elaborado en España por Intel Security sobre un universo de 507 padres y 507 adolescentes y preadolescentes entre 8 y 16 años.

Lo más preocupante sobre el estudio, si cabe, es que analizando las reacciones ante este acoso a través de la red, solo un 35% de los adolescentes que han presenciado este tipo de comportamientos online dice haberlo trasladado a un adulto, mientras que el 28% reconoce no haber hecho nada. Por lo tanto, la impunidad de estos actos parece estar asumido por parte de muchos jóvenes.

Ante esta situación, y sin buscar la alarma en cifras y datos que a veces pueden quedar vacíos, la cuestión sobre el ciberbullying está estancada, entre otras cosas, por dos motivos. El primero de ellos tiene a los padres como protagonistas, y es que el estudio refleja que a pesar de que un 73% de los padres españoles dice tener un conocimiento tecnológico intermedio, el 70% de padres de adolescentes de entre 13 y 16 años reconoce que sus hijos saben más de redes sociales que ellos mismos. De hecho, solo un 28% asegura que sus hijos les han pedido asesoramiento sobre alguna situación a la que se han enfrentado de forma online.

En segundo lugar, otro estudio, en este caso sobre jóvenes algo más mayores (16 y 20 años), ofrece que las cifras en cuanto a la percepción del ciberbullying se disparan, ya que el 58% considera que el acoso entre compañeros se da con bastante o mucha frecuencia. Y no solo eso, sino que el 54% de los encuestados considera que también hay un “tráfico” casi regular de envío de imágenes privadas y comprometidas. El estudio, elaborado por el Centro Reina Sofía, sobre 818 jóvenes, deja una sensación de naturalidad ante esta situación que resulta ciertamente preocupante. Y lo peor: que al cumplir más años y ser más conscientes de la situación, ven totalmente natural que alguien agreda psicológicamente a otro persona.

El tiempo del acoso no pasa

Resulta chocante, y sobre todo paradójico, que casi 7 años después y miles de víctimas de por medio, al hablar de ciberbullying haya que definirlo todo. En 2008, cuando las redes sociales apenas empezaban a ser una realidad, este fenómeno de acoso en la red ya suponía un quebradero de cabeza para miles de adolescentes.

La novedad no quedaría en eso. Apenas un par de años después, en 2010, una investigación de la Universidad de Valencia (UV) realizada en esa comunidad constató que entre un 25% y un 29% de los adolescentes habían sido acosados durante ese año a través del móvil o internet.

Pero el gran zarpazo llega en 2013 cuando poco a poco se van conociendo mejor las cifras de denuncias de estas situaciones (las que se llegan a conocer), y deja el dato de 1.705 casos entre 2008 y 2012. Lo que representa un aumento del 150% en ese periodo de tiempo. Además, en ese estudio hay una información sonrojante: el 47% de los adolescentes que ha sido víctima de acoso se ha convertido posteriormente en acosador. Por lo tanto, más allá de solucionar el problema, o tener visos de que algo podía cambiar, la bola de nieve se hace más grande.

La España del “mejor mañana”

Charlas, conferencias y algún que otro libro. Esos son los medios que destina España para atajar una situación real, que existe, pero que nadie parece ver. Ni punto de comparación con lo que hacen en otros países. Y de acuerdo, las comparaciones con Finlandia son odiosas, pero la realidad es que la mayoría de problemas sociales los afrontan de manera más decidida que en España.

Así nace KiVa. Se trata de un programa educativo desarrollado por el gobierno finés en el que los estudiantes reciben una veintena de clases a los 7, 10 y 13 años para reconocer las distintas formas de acoso y mejorar la convivencia. Durante ese tiempo hay 10 lecciones y trabajos que se realizan durante todo el curso académico sobre el respeto a los demás, la empatía, etc. Además, cuentan con material de apoyo: manuales para el profesor, videojuegos, un entorno virtual, reuniones y charlas con los padres…

Los resultados de este programa educativo que ataca la raíz misma del problema, los adolescentes, ha dado muy pronto resultados. De este modo, los investigadores que desarrollan esta acción comprobaron que en algunos cursos el número de niños acosados bajó incluso un 40%. Y no solo eso. Además repercutió de manera directa sobre la motivación escolar y todos los aspectos relacionados con la vida estudiantil de los jóvenes.

Un modelo integral en Finlandia frente a las charlas de la Guardia Civil

¿Y qué hacemos en España? En vez de hacer un plan integral que ataje de una vez los efectos que tiene sobre la población escolar este tipo de acoso en internet y su continuo aumento, se dan jornadas gratuitas a los padres cuyo valor parece bastante escaso, o las fuerzas y cuerpos de seguridad, como la Guardia Civil, se encarga de ir dando charlas por diversos puntos de la geografía española. También se publican guías para sanitarios sobre cómo tratar el asunto, o manuales de actuación, pero nada más. Ni planes de conjunto entre todas las comunidades, ni implicación directa del Ministerio pertinente, nada.

Todo esto en un contexto donde la edad de inicio en el consumo masivo de servicios en la red es mucho menor. De ahí surge el concepto de “gateadores digitales”. A parte del propio riesgo para la salud que supone que los niños se expongan de manera tan continuada ante en entorno digital, el problema es que también se exponen ante sus compañeros y amigos.

Desde 2008 no hay un solo dato que invite a pensar en el optimismo. El modelo español de las charlas a través de la Guardia Civil no funciona. La administración pública no se implica. El próximo estudio ofrecerá unas cifras de acoso sobre el 30%, nadie dirá nada.

Imagen | Flickr – Glasseyes

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