El candidato socialista llega al debate con Mariano Rajoy necesitado de un golpe de efecto que revierta su tendencia a la baja. Es el sexto cara a cara de la democracia española entre PP y PSOE y probablemente el último. Rivera e Iglesias, que critican no haber sido invitados, lo comentarán en La Sexta.

Es posible que el de esta noche sea el último cara a cara electoral entre los candidatos de PP y PSOE a la presidencia del Gobierno. Si el escenario de atomización política que dibujan todas las encuestas se ratifica el domingo en las urnas, será imposible reeditar una confrontación a dos bandas que ya en esta ocasión ha motivado las críticas del resto de aspirantes. Socialistas y populares han gobernado España los últimos 33 años, copando las tres cuartas partes del Congreso y acaparando hasta el 80% de los votos. Esa época quedará enterrada en unos días, por lo que la cita de hoy -televisada desde las 22h por al menos cinco canales nacionales: TVE, 24 horas, Antena 3, La Sexta y 13tv- se presenta como el último gran coletazo del bipartidismo.

Y a ella llegan en desigual condición Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno y candidato del PP mantiene desde hace semanas constantes sus expectativas, en torno al 28% de apoyo electoral y con una ventaja de más de cinco puntos sobre el resto. Si eso le da para seguir gobernando o no está por ver, pero su estrategia de dedicar todos los esfuerzos a consolidar el respaldo de los mayores le permite no retroceder, pese al acoso dialéctico del resto de rivales.

Rajoy parece estabilizado en torno al 28% de respaldo electoral, sin que la campaña influya en sus expectativas

La táctica popular se completa con un papel protagonista de Soraya Sáenz de Santamaría y los vicesecretarios generales para tratar de recuperar posiciones entre el electorado joven y urbano. El expediente abierto a Pedro Gómez de la Serna -apartado de los actos electorales- y Gustavo de Arístegui -dimitido ayer- por sus oscuros negocios de consultoría y el patinazo comunicativo tras el atentado de Kabul han sido las únicas turbaciones de una campaña que no parece alterar, ni para bien ni para mal, al partido en el Gobierno.

Todo lo contrario que ha ocurrido con Sánchez, que prácticamente no ha tenido un día tranquilo. Las encuestas no solo radiografían la coyuntura política, sino que a menudo influyen en las tendencias y condicionan la agenda. Esta campaña estamos viendo cómo los sondeos provocan el efecto denominado como carrera de caballos, pues se habla tanto o más de quién va primero, segundo o tercero que de las propuestas o del intercambio de mensajes electorales. Ello perjudica a un PSOE a la baja, que no solo no ha conseguido recortar distancias con el PP, sino que ha visto como Ciudadanos le cazaba y hasta Podemos se ponía a su altura. El peligro de quedar cuarto ya es real para el partido que ha gobernado todas las autonomías de España y ocupado La Moncloa 21 de los últimos 33 años.

Tercer debate de Sánchez

El candidato socialista ha acudido a dos debates. Uno, antes de la campaña, en El País frente a Albert Rivera y Pablo Iglesias; y otro hace una semana, en Atresmedia ante esos dos mismos rivales y Sáenz de Santamaría. En ninguno salió vencedor y del segundo quedó la casi unánime sensación de que había sido el peor parado, fundamentalmente porque no satisfizo la necesidad de marcar diferencias con la que llegaba. «Creo que Pedro Sánchez se está equivocando en participar en algunos debates», señaló Rajoy el sábado en ABC, opinión que repitiría por la tarde en Telecinco.

Génova espera un Sánchez al ataque para tratar de recuperar el terreno perdido por el PSOE

En la entrevista con el citado diario, el presidente del Gobierno aseguraba estar trabajando en el cara a cara desde el pasado martes, habiendo reservado la tarde de ayer domingo y el día de hoy al mismo efecto. «Si [Sánchez] baja al fango, yo actuaré en legítima defensa», advirtió. Rajoy se ha apoyado en la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y en su jefe de Gabinete y de campaña, Jorge Moragas, para preparar la cita, así como en su sociólogo de cabecera, Pedro Arriola. Según informó ayer Europa Press, en el PP se preparan para una actitud agresiva de un Sánchez «desfondado» que corre el riesgo de «pasarse de frenada» si embarra demasiado la contienda. Génova descuenta que la corrupción tendrá un papel destacado esta noche.

En efecto, el líder del PSOE tendrá que arriesgar para recuperar terreno. No le vale con evitar errores, primer e irrenunciable objetivo de todo debate electoral, sino que debe desacreditar de forma coherente y convincente la gestión de su rival al tiempo que postula una alternativa creíble y sensata. Todo ello con un ojo puesto en los emergentes, que compensarán su ausencia del cara a cara organizado por la Academia de la Televisión participando en la mesa de análisis de La Sexta.

Desde Ferraz aseguran que Sánchez lleva «quince meses» preparándose para esta cita, desde que llegó a la cúpula del partido. Demostrar que la legislatura que concluye ha estado marcada por «desigualdad y paro» y afear a Rajoy los casos de corrupción que afectan a su partido serán los ejes de su intervención. El líder socialista debe escenificar la solvencia de su proyecto tanto hacia afuera -indecisos- como hacia dentro -compañeros de filas poco ilusionados con él-. Al igual que el presidente, reservó el lunes y la tarde del domingo para preparar el debate junto a su equipo de campaña, que dirige César Luena y en el que Óscar López ocupa un papel destacado. El azar ha querido que comience hablando él y concluya Rajoy.

¿Moverá el voto?

Suele cuestionarse la incidencia que los debates electorales tienen en el voto, pero en un momento de tamaña volatilidad como el que vive España, sí cabe otorgar una importancia crucial a la cita de esta noche. Sobre todo para el que más necesitado llega. «Me ha faltado una semana de campaña o un debate», dijo Felipe González en 1996 tras perder las elecciones por la mínima. Su rival, José María Aznar, se había negado a reeditar la doble confrontación celebrada tres años antes y que se saldó con una victoria para cada uno.

«Me ha faltado una semana de campaña o un debate», se lamentó Felipe González tras su derrota de 1996

Los debates volverían en 2008 y ya parecen consolidados, independientemente de las condiciones y formatos que acepte cada presidenciable. En esta ocasión, se ha pactado una estructura de cuatro temas –economía y empleo, Estado del Bienestar, reformas institucionales y terrorismo– a abordar durante 110 minutos, en los que se intercalarán preguntas formuladas desde las redacciones de medios de comunicación. En el ecuador de la contienda habrá una pausa de diez minutos y los candidatos se sentarán frente a frente en la misma mesa, separados por apenas 1,70 metros.

Manuel Campo Vidal será de nuevo el moderador -ya lo fue en tres ocasiones anteriores, en 1993, 2008 y 2011- de un acontecimiento que se prevé supere los diez millones de espectadores y marque la recta final de las elecciones más abiertas desde la Transición. ¿También el resultado del 20-D? Imposible determinarlo, aunque sí parece que el voto se moverá algo más hoy de lo que lo hizo tras el cara a cara de 2011 (un 0,25%).

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