Mientras que la mayoría de las grandes capitales europeas, como París, Londres o Berlín, apuestan por la naturalización, el fomento de la biodiversidad y la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía, en Madrid se fomentan actividades que pueden comprometer la conservación de las zonas verdes y de las especies silvestres que las habitan. Es el caso de la mascletá del pasado mes de febrero o las talas indiscriminadas o el nuevo proyecto de iluminación en el cauce del Río Manzanares, que el Ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar: una instalación de alumbrado ornamental en el tramo aledaño a la presa 6, entre el puente oblicuo y la pasarela de Andorra, una zona del naturalizado río Manzanares que acoge una rica biodiversidad.
La organización SEO/Birdlife sostiene que estas instalaciones conllevan «un incremento del consumo energético en un contexto de emergencia climática, un incremento notable del uso público en zonas sensibles y un potencial impacto sobre la fauna silvestre que habita en esos espacios». En el caso del tramo de Madrid Río que se quiere iluminar, advierte de que hay registradas 116 especies de aves a lo largo de todo el año. Por ello, ha solicitado al Ayuntamiento de Madrid que «reconsidere la ubicación de este tipo de actividades en sus espacios verdes o que al menos realice estudios previos sobre el impacto ambiental que pueden tener”, destaca Beatriz Sánchez, responsable de biodiversidad urbana de SEO/BirdLife.
Impacto de la contaminación lumínica
La mayor parte de los organismos, incluidos los humanos, hemos evolucionado en ambientes naturales bajo la influencia de los ciclos de día y noche. La alteración artificial de los niveles de luz, es decir, la contaminación lumínica, tiene efectos sobre el descanso, la comunicación entre individuos, la reproducción, el comportamiento, la depredación y la competencia, que pueden desencadenar una cascada de impactos directos en el funcionamiento de los ecosistemas.
Por ejemplo, los insectos se ven atraídos por las luces y se vuelven más susceptibles a los depredadores, volando sin cesar alrededor de ellas. Con un importante papel en los ecosistemas, el declive de sus poblaciones repercute en la conservación de aves, murciélagos y plantas (flora o cultivos) a las que polinizan. La comunicación visual es otro de los procesos afectados por la contaminación lumínica. Aquellas especies que usan la luz para comunicarse se ven especialmente afectadas, como sería el caso de algunas lombrices bioluminiscentes que, en presencia de luz artificial, ven dificultada la visibilidad de las señales lumínicas que emiten. El sistema de comunicación visual de las luciérnagas también podría verse afectado por la luz artificial. En general, dada la importancia de la visión en muchos animales y la respuesta que esta genera, es lógico pensar que la luz artificial tenga un impacto en su comportamiento.
Tendencias contra una ciudad verde y sostenible
Según un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) de 2022, Madrid es la sexta ciudad europea en porcentaje de infraestructura verde, pero muchas de sus últimas políticas y acciones van totalmente en contra de la conservación de la biodiversidad.
SEO/BirdLife apunta que las actuaciones que se están llevando a cabo en la capital como la iluminación o la mascletá en Madrid Río, el circuito urbano de Fórmula 1, las talas de árboles para la realización de obras públicas o la iluminación navideña de zonas verdes «muestran la falta de compromiso ambiental del gobierno madrileño y van en contra de la tendencia generalizada de otras ciudades europeas que están apostando fuertemente por mejorar la biodiversidad urbana, en beneficio de la ciudadanía».
Ciudades resilientes y biodiversas
La ONG reclama al ayuntamiento de Madrid que apueste por la biodiversidad como elemento transversal, no sólo desde el punto de vista de la responsabilidad en su conservación, «sino también teniendo en cuenta el importante papel que debe tener la biodiversidad en la construcción de ciudades resilientes, su relevancia en la aportación de servicios ambientales básicos y, en definitiva, su repercusión en la mejora de la calidad de vida de los habitantes de los entornos urbanos».
La biodiversidad aporta importantes servicios ecosistémicos, entre los que se incluyen aquellos que contribuyen a la adaptación y mitigación del cambio climático, como la prevención de daños asociados a inundaciones, regulación térmica, disminución de la isla de calor, absorción de CO2 o reducción del consumo de energía. También la mejora la calidad ambiental, por la capacidad de la vegetación de purificar el aire y del agua, reducir los niveles de ruido y controlar la erosión. Los espacios verdes urbanos ofrecen, asimismo, oportunidades para la conservación de la biodiversidad y para el ocio y recreo que revierten en la mejora de la salud, el bienestar y la calidad de vida de la ciudadanía.