• El secretario general socialista presenta su renuncia después de que la mayoría del Comité Federal (132-107) vote en contra de sus planes orgánicos.
  • Una gestora se pondrá al frente de la formación hasta que se celebre el Congreso extraordinario que debe elegir nueva cúpula.
  • El partido debe decidir ahora si se abre a abstenerse ante Rajoy o aboca a nuevas generales en diciembre.
  • Los socialistas, en auténtica guerra civil, ofrecen un espectáculo de duros enfrentamientos durante una tensa reunión de doce horas.
  • El mandato de Sánchez ha sido el más corto en la historia del partido: apenas dos años y dos meses.

Dos años, dos meses y cinco días. Ese es el tiempo que ha durado la era Pedro Sánchez en el PSOE, la más efímera en la historia del partido. El secretario general ha renunciado este sábado, tres jornadas después de que le dimitiera media Ejecutiva y tras perder la votación decisiva en un caótico y convulso Comité Federal. Un total de 132 miembros del órgano han votado en contra del plan interno del líder -primarias el 23 de octubre para elegir nuevo secretario general, Congreso extraordinario el 12-13 de noviembre para proclamar al ganador- y 107 lo han avalado. Conocido el resultado, Sánchez se ha dirigido a sus compañeros para desearles «toda la suerte del mundo» en la nueva etapa y expresar que para él es «un orgullo ser militante del PSOE». El sector crítico que capitanea la presidenta andaluza, Susana Díaz, sale vencedor de un cónclave que durante doce horas ha puesto de manifiesto la auténtica guerra civil que vive el socialismo.

Una gestora se pondrá ahora al frente de la formación hasta que se designe nueva cúpula. La principal decisión que tendrá que tomar dicho órgano es qué hacer ante el bloqueo institucional. Sánchez mantenía un firme rechazo a negociar con el PP y proponía intentar un complejo Gobierno alternativo, mientras algunos críticos planteaban la abstención ante la investidura de Mariano Rajoy y todos ellos se oponían a intentar alcanzar La Moncloa sobre la débil base de 85 diputados. La línea estratégica ha de decidirse ya, puesto que el plazo para investir un presidente vence el día 31 de octubre.

Sánchez cedió y aceptó una votación pública sobre su liderazgo, que perdió ampliamente ante los críticos

Sánchez ha comparecido ante los medios para explicar la decisión con la que culmina «un día muy intenso, de mucho debate, de mucho acaloramiento». Como ya hiciera la víspera y en numerosas ocasiones las últimas semanas, ha reivindicado su posición contraria al entendimiento con los populares y ha prometido «apoyo leal» para la gestora que se conforme. «A partir de hoy, ¿qué decir?», se ha preguntado en su despedida. Y se ha respondido con un «llamamiento a la militancia» para que se sientan «orgullosos» de pertenecer al PSOE. No ha aclarado si piensa presentarse a las primarias que deberán elegir al futuro secretario general, como sí hizo el miércoles en entrevista con eldiario.es. Sánchez contestó entonces que «sí» pensaba hacerlo si el Comité Federal provocaba su marcha, como finalmente ha sucedido. Su número dos, César Luena, ha declarado al salir de la sede que él apoyará «a Pedro siempre».

El Partido Socialista queda absolutamente quebrado en dos partes: partidarios y detractores del líder saliente. La división se ha puesto de manifiesto a lo largo de las casi doce horas de debate que han precedido a la elección final. Una y otra corriente eran incapaces de acordar qué votar, cómo hacerlo y quién tenía derecho a hacerlo. Las tensas disputas tuvieron dos momentos de clímax: el intento de lo que quedaba de aparato por organizar una votación secreta sobre el calendario propuesto por Sánchez y la recogida de firmas con que los críticos pretendieron reprobar al líder. La primera se frustró por la oposición de los díscolos a aceptar un proceso improvisado que tildaron de «pucherazo» y la segunda porque la Mesa del Comité -con mayoría sanchista– rechazó la iniciativa. En la calle, afiliados del PSOE vociferaban contra los críticos y se enfrentaban a todo el que salía del Comité, enfurecidos por lo que calificaban de «traición» y claudicación ante los postulados de la derecha.

No aclara si se presentará a las próximas primarias, aunque el miércoles garantizó que lo haría

Finalmente, el líder del partido aceptó que sus planes se votaran públicamente y por llamamiento, arrojando el citado resultado contrario a su postura. Así acaba un mandato que se inició tras la renuncia de Alfredo Pérez Rubalcaba, en el verano de 2014, y que no ha podido corregir el rumbo de un Partido Socialista que lleva cerca de ocho años a la deriva. El descrédito en que le sumió la última fase de la etapa Zapatero, la crisis de representatividad desatada en España desde 2011 y la aparición de una plataforma rupturista a la izquierda del PSOE, Podemos, ha colocado al socialismo en su peor momento desde el retorno de la democracia.

El enconado enfrentamiento que sus miembros han protagonizado esta semana, ante las cámaras y ojos de todo el mundo, refleja la gravedad de la situación. Desde la catarsis que vivió con la renuncia al marxismo en 1979, el partido no ha conocido crisis mayor. Está en su suelo electoral a nivel nacional y en prácticamente todas las autonomías de España, en un contexto de deterioro general de la socialdemocracia europea y completamente partido en dos a nivel orgánico. «Cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados», escribía en Twitter el miércoles el exministro Javier Solana. El paso de las horas y el transcurrir de los acontecimientos desde entonces no hace sino expandir ese convencimiento.

Sánchez ha sido el quinto secretario general del PSOE en democracia. Los escasos dos años que ha estado al frente del partido conforman el mandato más corto de todos. Felipe González ascendió a la cúspide en octubre de 1974 y allí se mantuvo hasta junio de 1997, con excepción de los cuatro meses de 1979 que se apartó porque la mayoría de sus compañeros se negaba a renunciar al marxismo. A González le sucedió Joaquín Almunia cuando el PSOE regresó a la oposición tras casi 14 años en el Gobierno. Almunia se estrelló en sus primeras elecciones y presentó su dimisión irrevocable al momento, poniendo fin a una corta etapa: junio de 1997-marzo de 2000.

José Luis Rodríguez Zapatero se hizo entonces con las riendas del socialismo, tras ganar por estrecho margen el 35 Congreso Federal. Con el leonés a los mandos inició el PSOE el último periodo de éxito, hasta que se retiró abrasado por la crisis económica y dando paso a Alfredo Pérez Rubalcaba, predecesor inmediato de Sánchez. Rubalcaba inició en febrero de 2012 un mandato que pretendía ser de transición para rearmar al partido y que terminó abruptamente tras el naufragio electoral de las europeas de 2014. Los socialistas encadenan ya dos liderazgos fallidos, en la esperanza de que el siguiente sea el que cambie la tendencia.

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