La misma noche del pasado domingo, confirmados los últimos guarismos del resultado comicial, Susana Díaz se puso en contacto telefónico con Pedro Sánchez y le transmitió dos mensajes que deben facilitar la salida del laberinto en que ha metido a España el inviable voto recolectado: uno) bajo ningún concepto deberá cerrar acuerdos con formaciones que encarnan el desguace mismo del Estado para garantizarse él la Presidencia del Gobierno; y dos) inmediato inicio de negociación con el PP de unas condiciones razonables que estarán “ dictadas por el patriotismo y el superior interés nacional” para permitirle gobernar aunque no lo permita en la primera votación.

Fuentes socialistas de toda solvencia aseguraron a SABEMOS que la Presidenta de la Junta de Andalucía y cuatro de los principales barones de su formación, previa consulta con otros, que estimaron “lógica” su postura aunque no quisieran coprotagonizarla, dio el aviso a Sánchez poco después de declarar que era una lástima que el PSOE no hubiese alcanzado la victoria en el conjunto del territorio “como sí había hecho en Andalucía”. Cierto que Díaz sólo aventajó al PP en un diputado en su Comunidad, pero igual de cierto es que vencer, lo que se dice vencer, venció.

El criterio de gran parte de la cúpula socialista es que Sánchez, por un desesperado y aventurero impulso nacido de su convicción de que no tendrá otra oportunidad para tocar Poder, puede arrastrar a España a una situación imposible intentando formar Gobierno en alianza con Podemos, Izquierda Unida y grupos nacionalistas con declarado objetivo de demoler el Estado español. Para la lideresa andaluza y otros cabezas de huevo del socialismo significaría «el final puro y duro del PSOE» por lo que –según aseveraron dichas fuentes- decidieron “no pasar por ahí, porque con España y el PSOE no se juega por cumplir ambiciones personales”.

HAY PRECIO, PERO ASUMIBLE

Esa abstención del PSOE que permitiría la formación de un nuevo Gobierno popular no se producirá sin la aceptación por Génova de una serie de condiciones a las que SABEMOS ha tenido acceso. Las principales son las que siguen:

  1. Duración de ese Gobierno: un sólo ejercicio presupuestario, al cabo del cual se reestudiará la situación hasta concluir si la estabilidad sigue siendo extremadamente frágil, como hoy, o la psicología ciudadana ha alcanzado un punto de estabilidad que permita afrontar una nueva confrontación electoral sin riesgo de quiebra social, política y económica.
  2. Inicio inmediato de conversaciones para establecer las bases de una reforma constitucional que entrañe sin tapujos una estructura federal del país, incluyendo la denominación de nacionalidad para todas y cada una de las comunidades autónomas además de una redistribución de competencias en la recaudación y redistribución impositiva. En unos casos de mayor descentralización y, en otros, de recentralización.
  3. Reforma inmediata de la Ley Electoral, en el sentido de valorar cada voto en pie de estricta igualdad, independientemente del lugar geográfico en que se produzca. Actualmente, España se rige por la llamada Ley d´Hondt, destinada en principio a favorecer a los partidos mayoritarios (es decir, al bipartidismo). Sin embargo, tras sucesivas aplicaciones favorables a la concentración geográfica del voto en detrimento de la densidad demográfica del mismo, los partidos nacionalistas con sesgo ya declaradamente separatista han visto retribuidos sus apoyos electorales de forma desmesurada y claramente hostil a la unidad del Estado, así como a la soberanía encarnada por todos los españoles según la Constitución.

Tras ciertas divisiones internas en el socialismo, iniciadas desde el PSC durante el mandato de Pascual Maragall que dieron lugar a escisiones y estrategias confusas que se prolongan hasta hoy, la tesis mayoritaria actual en el PSOE a nivel estatal parece ser la proclamada por Susana Díaz poco antes del inicio de la campaña: “España no se toca”.

RAJOY NO IMPORTA

Curiosamente, Díaz no trasladó a Sánchez ningún deseo en lo que parece una estrategia mayoritaria entre los barones del PSOE de que se vete a Mariano Rajoy como eventual Presidente del Gobierno, si tal es la propuesta del PP en las negociaciones.

Para Díaz su presencia no significa un obstáculo para los objetivos socialistas, una vez serenado el país y recuperada la confianza de los inversores internacionales. Todo lo contrario, lo tienen clasificado como “líder amortizado” sin perspectiva alguna de futuro, por lo que cumpliría a la perfección un destino de provisionalidad. Destino que permitiría al político gallego, sin embargo, no ser expulsado de mala manera del panorama  español sino hacerlo por una puerta mediana y con cierto honor.

De cara a unos nuevos comicios para finales del 2016 o principios de 2017, Díaz considera que un débil y, a pesar de todos los pesares, desprestigiado Rajoy, como mucho más conveniente para un salto al Poder de los socialistas, una vez hecho, bajo su férrea vigilancia, el trabajo sucio de la reforma constitucional y de la Ley Electoral. Y no teniendo que dedicarse a demoler unas reformas económicas que, en el fondo, sabe ineludibles para no convertir a España en un apestado internacional, tal y como Pedro Sánchez ha prometido hasta el cansancio.

¿Por qué la tercera votación? Sería repetir exactamente el proceso que otorgó a Díaz la Junta de Andalucía. Con dos votaciones, se inviste en 48 horas. Con una tercera, se llega retrasa más el proceso y se genera mayor demanda de estabilidad. La Comisión Ejecutiva Federal del PSOE ha convocado para el 26 un Comité Federal para analizar el escenario postelectoral.

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