El partido de Albert Rivera se ha visto sorprendido por un instrumento que nunca será vieja política porque todavía no se ha inventado nada más eficaz. El vídeo de 16 minutos que recopila los aspectos más polémicos de Ciudadanos ha sido visto por medio millón de personas y es el último ejemplo de que en política funciona poner el foco en las debilidades del adversario.

El vídeo ronda ya el medio millón de visitas, ha provocado el patinazo de Albert Rivera y supuesto una gran piedra en el camino de rosas que para Ciudadanos estaba siendo la precampaña electoral. #DesmontandoACiudadanos expone durante 16 minutos los aspectos más controvertidos del partido ‘naranja’, muchos de ellos acaecidos hace años, antes de convertirse en el proyecto de masas que es ahora, otros directamente manipulados o sacados de contexto. Pero ha logrado el objetivo: que se hable de las debilidades del rival.

Esa es la meta de las campañas negativas en política, tan socorridas y comunes como la propia comunicación política. El asesor de comunicación Antoni Gutiérrez Rubí sitúa su origen en 1828, en la descarnada disputa que protagonizaron en Estados Unidos los republicanos de John Quincy Adams y los demócratas de Andrew Jackson. Aquel fue el primer ejemplo de campaña sucia, el tipo más extremo de campaña negativa, donde se pasó de la crítica «a una auténtica batalla campal de difamación, mentira y libelo».

Desde entonces, los ejemplos se han multiplicado por todo el mundo, en algunos casos repitiendo las malas prácticas de Adams y Jackson y en otros simplemente exacerbando polémicas o errores del adversario, poniendo el dedo en la llaga de sus debilidades. Y es que este instrumento funciona, conecta emocionalmente con el receptor y menoscaba la credibilidad del rival. A menudo se hace apelando al miedo o al caos, lugares comunes de la comunicación política junto al cambio, la ilusión y la esperanza.

En España, el ejemplo clásico es la denominada ‘campaña del dóberman’, que el PSOE implementó en 1996 contra el Partido Popular de José María Aznar. El centro derecha se presentaba como claro favorito a las generales de ese año, tras una legislatura marcada por los escándalos y la crispación, y los socialistas trataron de presentarlos como un peligro para la democracia en un célebre vídeo. La «España en negativo» que se asocia al PP, con escenas de sus dirigentes y de un agresivo dóberman en blanco y negro, se contrapone con la «España en positivo» que aparece en color, con Felipe González como protagonista, para concluir que «la derecha no cree en este país», «no es la solución, es el problema».

Algo muy parecido ocurrió en Cataluña en 2008, cuando el PSC recurrió de nuevo a la campaña del miedo contra el PP para las generales. Su modo de movilizar al electorado socialista fue acuñar el eslogan Si tú no vas ellos vuelven, con carteles donde aparecían Mariano Rajoy, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana caracterizados en pose y atuendo poco menos que tarantinianos. El objetivo, según indicó el partido, era alertar de «los riesgos de que el PP regrese al Gobierno».

Los populares, por su parte, recurrieron a esta estrategia en el País Vasco en 2012. Con un lema muy similar al antedicho del PSC, Si tú no vas, ellos ganan, desarrollaron iniciativas como difundir carteles de Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco, abrazado al dictador comunista Iosef Stalin bajo el rótulo Dios los cría y tu abstención los junta. La meta era una vez más demonizar al rival político para espolear al electorado más cercano y animarle a acudir a las urnas.

El consultor Xavi Peytibi, toda una autoridad en comunicación política, apunta en conversación con SABEMOS que el ejemplo más clásico de campaña negativa es «el Daisy spot o revolving door«, lanzado en 1964 por el presidente estadounidense, Lyndon Johnson, contra su rival, el republicano Barry Goldwater. El equipo de Johnson trató de desarmar a Goldwater explotando su postura favorable al uso de armas nucleares, y llegó al extremo de difundir en televisión un vídeo inenarrable donde el presidente acaba dando a elegir al receptor entre los dos candidatos con una dicotomía algo más que controvertida: «Éste es el reto. Hacer un mundo en el cual los niños de Dios puedan vivir o entrar en la oscuridad. Debemos amarnos o debemos morir».

Los casos se prodigan aún con más fruición en Latinoamérica, alcanzando cotas inimaginables en España y atacando al político por el lado personal. Paradigma de ello es, como apunta el consultor de asuntos públicos Manuel de la Fuente, el acoso y derribo que vivió en México en 2006 Andrés Manuel López Obrador, cabeza de cartel del PRD. La cosa llegó tan lejos que provocó «cambios en la legislación para regular las campañas negativas».

Pero, ¿a qué se debe el continuo recurso a las campañas negativas? «Es de lo más eficaz hoy en política, sin duda. En España lo estamos viendo y lo vamos a ver más a lo largo del año», responde De la Fuente. Muestra de ello es, explica, las masivas asociaciones «de Podemos con Venezuela y con ETA» o este último vídeo contra Ciudadanos, del que el partido de Pablo Iglesias se ha desmarcado. «Esa es otra de las características de la campaña negativa: muchas veces las hacen seguidores, gente del entorno de un partido y no el partido en sí», argumenta el citado consultor.

¿No hay reparos éticos a la hora de ejecutarlas? «El reparo reside en la madurez del votante. En España, por ejemplo, no venderían tanto las campañas de desgaste personal de América Latina, en cualquier caso conviene diferenciar entre campaña negativa y campaña sucia», responde.

«Airear los trapos sucios de tu adversario siempre ha permitido disimular los propios. Comunicar políticamente implica cuestionar los argumentos del oponente», aporta el también consultor de comunicación David Corominas. Para él, «nada hay de malo en ello si la argumentación negativa se construye con evidencia rigurosa e incuestionable y se ejecuta creativamente con elegancia». El límite estaría en la falacia: lo «poco ético es la mentira sistemática sobre tu contrincante, allí donde la creatividad (el juego de la representación) punzante deja paso al discurso (el juego de la verdad) mendaz».

En lo que todos coinciden es en que #DesmontandoACiudadanos no será una excepción en la maratón electoral que es el año 2015 para España. Esto no ha hecho más que empezar.

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