Corea del Norte institucionaliza los trabajos forzosos

Las personas en Corea del Norte se ven obligadas a trabajar en condiciones intolerables, en sectores peligrosos, sin remuneración, libertad de elección, posibilidad de marcharse, protección, atención médica, tiempo libre, alimentos ni alojamiento

Residentes de Pyongyang, Corea del Norte, esperando cruzar una carretera.| Foto: Unsplash/Thomas Evans
Residentes de Pyongyang, Corea del Norte, esperando cruzar una carretera.| Foto: Unsplash/Thomas Evans

En la República Democrática Popular de Corea el trabajo forzoso está institucionalizado, es peligroso, y se mantiene mediante la violencia y la recriminación. Así lo ha denunciado esta semana la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.

En un informe basado en 183 entrevistas con víctimas y testigos de trabajos forzosos que consiguieron escapar de Corea del Norte y ahora viven en el extranjero, la Oficina cita las declaraciones de una persona según la cual, si no se cumplía una cuota diaria de trabajo, los trabajadores eran golpeados y se les cortaba la ración de comida.

“Estas personas se ven obligadas a trabajar en condiciones intolerables, a menudo en sectores peligrosos, sin remuneración, libertad de elección, posibilidad de marcharse, protección, atención médica, tiempo libre, alimentos ni alojamiento”, explica Liz Throssell, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos. “Se les somete a vigilancia constante, se les golpea con regularidad, mientras que las mujeres están expuestas a riesgos continuos de violencia sexual”, agrega.

El informe de la ONU sobre Corea del Norte identifica seis tipos de trabajo forzoso, entre ellos el trabajo en centros de detención, los empleos asignados por el Estado, el reclutamiento militar y las denominadas “brigadas de choque”, en las que se obliga a grupos a realizar “arduos trabajos manuales”, a menudo en la construcción y la agricultura.

Las preocupaciones más graves surgen en los centros de detención, donde las víctimas son sistemáticamente obligadas a trabajar bajo amenazas de violencia física y en condiciones inhumanas.

El informe sugiere que el uso generalizado del trabajo forzado en las prisiones de Corea del Norte puede constituir esclavitud, un crimen contra la humanidad.

Bajo presión

Los norcoreanos son “controlados y explotados a través de un extenso sistema de trabajo forzoso de múltiples niveles” dirigido a los intereses del Estado y no a los del pueblo, señala el informe. Según los autores del documento, a los reclutas militares se les exige que presten servicio durante diez años o más y se les obliga habitualmente a trabajar en la agricultura o la construcción.

Una antigua enfermera de un hospital militar que trató a soldados durante su servicio obligatorio describió su trabajo como “duro y peligroso, sin medidas adecuadas de salud y seguridad”. Explicó que muchos soldados, debilitados y cansados, se desnutrían y contraían tuberculosis.

A los alistados en las “brigadas de choque” se les exige a menudo que vivan en las instalaciones durante meses o años con una remuneración escasa o nula. Las mujeres, a menudo las principales fuentes de ingresos de las familias, se ven especialmente afectadas por estas movilizaciones.

El Estado siempre gana

El informe de derechos humanos de la ONU denuncia que Corea del Norte envía al extranjero a ciudadanos seleccionados para trabajar y ganar divisas para el Estado, quedándose con hasta el 90% de sus ingresos. Una vez puestos a trabajar, estos norcoreanos viven “bajo vigilancia constante y con sus pasaportes confiscados en alojamientos estrechos, sin apenas tiempo libre y con posibilidades extremadamente limitadas de contactar con sus familias”.

El sistema de trabajo institucionalizado comienza en la escuela, señala el informe, con niños obligados a realizar tareas como limpiar las orillas de los ríos o plantar árboles. “Desde una edad temprana, tienes que estar disponible para servir”, afirma uno de los testigos.

La Oficina de la ONU ha instado al Gobierno de Corea del Norte a “abolir el uso del trabajo forzoso y poner fin a cualquier forma de esclavitud”, y ha llamado a la comunidad internacional a investigar y procesar a los sospechosos de cometer crímenes internacionales. También ha pedido al Consejo de Seguridad de la ONU que remita la situación a la Corte Penal Internacional (CPI).

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