Con la llegada de mayo, su inestabilidad climatológica y cantidades ingentes de polen, que harán las delicias de todo alérgico que se precie, la temporada de festivales de música da su pistoletazo de salida en España. Una jungla dominada por Goliats (los archiconocidos FIB, Primavera Sound, BBK Live, Sonar, Azkena, Arenal, Lowcost…) en la que poco a poco una serie de Davides comienzan a abrirse camino.

Los festivales de música están madurando con sus asistentes. Muchos jóvenes que se dejaron las cervicales (y algo más que las cervicales) dormitando en campings costeros o de montaña durante los noventa y primeros dosmiles, hoy buscan otro concepto de oferta musical. Aquellos privilegiados que pudieron disfrutar de las primeras visitas a nuestro país de leyendas del indie como Neil Young, Pavement o Sonic Youth ven cómo su espalda comienza a crujir y sus digestiones de fin de semana agradecen la compañía del omeprazol. Unos primeros achaques que, junto con sus cada vez más despobladas frentes, les recuerdan que el tiempo no pasa en balde pero que no hacen disminuir sus ganas de disfrutar las últimas propuestas musicales en vivo.

Siguen queriendo contonear su cabeza al son del punteo del penúltimo guitarrista nacido para heredar el trono de los Hendrix, Mascis o Kaplan. Están dispuestos a destinar una importante parte de su tiempo y presupuesto (por cierto, cada vez mayor) vacacional a disfrutar de la música en directo pero, a medida que pasan la barrera de los 35, además de un cartel plagado de estrellas, comienzan a valorar una multitud de intangibles invisibles para ellos mismos hace poco más de una década: Una ciudad interesante donde además del festival puedan disfrutar de alguna atracción turística. Un espacio amplio y agradable que ofrezca una buena visión del escenario sin correr el riesgo de ser embestido por el británico de turno. Una oferta culinaria que vaya un poco más allá del perrito/hamburguesa revenido. Y unos alojamientos que aseguren un mínimo de calidad y, a poder ser, estén bien comunicados con el recinto del festival… Estas junto con otras cuestiones cada vez más sutiles son algunos de los requerimientos más anhelados por los asistentes a festivales de música curtidos en mil batallas.

Este fenómeno (mucho más arraigado en países nórdicos y el Reino Unido con End of the Road como máximo exponente) ha propiciado el nacimiento y la consolidación de una serie de festivales que pretenden colocar el mimo a la experiencia de sus asistentes en un lugar cada vez más destacado de sus prioridades. Aquí os presentamos cuatro alternativas que serán capaces de satisfacer los oídos más exigentes y viajados a la vez que cuidan el resto de sus sentidos:

Vida Festival, Vilanova i la Geltrú, Barcelona. Del 2 al 5 Julio.

Heredero del mítico Faraday, el Vida Festival cumple este año con su segunda edición dispuesto a consolidar la propuesta presentada durante el verano de 2014. El festival contará este año con un completísimo cartel en el que destacan sobre manera Primal Scream, The War on Drugs, Super Furry Animals o la presencia de Hinds y Mourn (los últimos fenómenos patrios que están arrasando en sus respectivas giras por Estados Unidos antes de ser conocidas en nuestro país). Pero si por algo destaca este festival es por el lugar donde se celebra. Como sus propios fundadores defendieron en la presentación del evento su “principal cabeza de cartel” es la Masía d’en Cabanyes. Construida en 1574, este recinto ofrece un marco incomparable para gran parte de las actuaciones del festival que se repartirán entre sus enormes jardines y un bosque encantado.

Kutxa Kultur, Parque de Atracciones Monte Igueldo, San Sebastian. Del 4 al 5 de septiembre.

¿Existe un festival de música en el que puedes escuchar a tu grupo favorito mientras montas en una montaña rusa (en este caso una suiza, muy parecida pero no exactamente igual)?. Sí, existe. Se llama Kutxa Kultur y este año renueva su apuesta por llevar un cartel al que se le pueden poner pocos peros, con Yo la Tengo, The Strypes o Angel Olsen a la cabeza, a un lugar tan mítico como el parque de atracciones del Monte Igeldo. Una infraestructura centenaria, se fundó en 1911, desde la que sus afortunados asistentes podrán contemplar las vistas más impresionantes de la bahía de la Concha mientras tararean Blue Line Swinger.

Mulafest, Feria de Madrid. Del 25 al 28 de junio.

A todo festival de música que se precie se presupone una oferta musical interesante. Si a un cartel capitaneado por 2Many Djs, Twin Shadow o John Talabot le sumamos un cocktail con lo más puntero del arte urbano (teatro, skate, cine, breakdance o el mundo del motor) damos con el Mulafest. Un festival que hará las delicias de los amantes de la electrónica a la vez que les permite degustar las más enrevesadas propuestas culinarias traídas desde rincones más rebuscados del Reino Unido o Vietnam.

Monkey Week, Puerto de Santa María. Octubre (fechas definitivas aún por confirmar)

Todo el que haya tenido la suerte de pasear por el Puerto de Santa María sabe que es un lugar especial. Una de esas ciudades con más rincones con encanto por metro cuadrado de nuestro país. El Monkey Week añade a esto 90 actuaciones repartidas por toda la ciudad. Una de las experiencias musicales más interesantes de la península que en años anteriores ha permitido ver conciertos inolvidables en alguna de las bodegas de la ciudad o el Monasterio de la Victoria.

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