Según Greenpeace, cada año se abandonan 640.000 toneladas de redes de pesca en los océanos. Foto: Greenpeace

Las negociaciones finales para un Tratado Global de los Océanos se extenderán hasta el 26 de agosto en la sede central de las Naciones Unidas. El resultado de la reunión determinará el destino de los océanos para las generaciones futuras. Por el momento, 49 países se han comprometido a entregar un Tratado ambicioso en 2022, entre ellos España. Pero estos compromisos ahora deben hacerse realidad, y según Pilar Marcos, de la delegación política de Greenpeace en Nueva York, «estamos ante unas negociaciones que son una oportunidad única para proteger nuestro planeta azul. Los océanos sustentan toda la vida en la Tierra, pero durante mucho tiempo los hemos abandonado. Las delegaciones deben cerrar un Tratado ambicioso estas dos semanas. Un Tratado débil, o cualquier otra demora, mantendrá el status quo tan deteriorado que ha llevado a los océanos a esta crisis”.

Los gobiernos han perdido hasta ahora 20 años en discusiones. Durante ese tiempo, los océanos han perdido demasiado y las comunidades costeras que dependen de los recursos marinos están sufriendo las consecuencias. “En África Occidental, ya hemos visto poblaciones de peces severamente mermadas por barcos pesqueros industriales, a menudo de Europa, y esto está dañando los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria en toda la región. Cualquier retraso adicional sería una bofetada para todos los que confían en que los líderes políticos cumplan sus promesas. Los delegados deben cumplir con los compromisos de sus gobiernos y finalizar un ambicioso Tratado Global de los Océanos ahora”, subraya Awa Traoré, responsable de la campaña de océanos de Greenpeace África también desde la ONU. 

España, país clave

España es un país clave dentro de esta Conferencia por ser una potencia mundial pesquera. La presión de la industria pesquera en España podría perpetuar el estado actual de gobernanza de los océanos para seguir concentrando las decisiones en las actuales organizaciones pesqueras, «que tan sólo se encargan de evaluar el 5% de la biodiversidad de peces de las aguas internacionales, y cuya finalidad última es la explotación comercial de la alta mar. España debe decidir en esta reunión en qué lado de la historia está, empujando a la Unión Europea hacia un liderazgo claro para lograr que la gestión de las pesquerías también sean parte del Tratado». 

Si no se cierra un Tratado Global de los Océanos ambicioso en Nueva York, será imposible lograr el 30×30, es decir tener al menos el 30% de los océanos protegidos para 2030. La comunidad científica señala que este es el mínimo absoluto requerido para que los océanos puedan recuperarse.

Un Tratado Global ambicioso

Son varios los requisitos que se deben cumplir para que la Conferencia de la ONU para la protección de aguas internacionales sea un éxito y ofrezca el resultado esperado. Así deberá disponer, como objetivo principal, el establecimiento de una red mundial de Áreas Marinas Protegidas; permitir que los estados, a través de una Conferencia de las Partes (COP), establezcan santuarios marinos, libres de actividades destructivas como la pesca y la minería en aguas profundas; posibilitar que la COP tome decisiones por votación cuando no sea posible llegar a un consenso; incluir que las Áreas Marinas Protegidas (AMPs) puedan ser aŕeas completamente o altamente blindadas a la actividad humana, lo que las harían más efectivas; permitir que la COP decida si actividades como la pesca están permitidas o prohibidas en las AMP, sin aplazar las decisiones a los organismos ya existentes, y finalmente permitir que la COP adopte medidas provisionales o de urgencia para proteger inmediatamente un área que esté pendiente de su protección futura.

La factura de la lentitud de los Gobiernos 

Tras los 20 años transcurridos desde que se discutió por primera vez un Tratado, más de cien especies marinas han sido clasificadas en peligro crítico de extinción. La presión de la pesca industrial es imparable y ya cubre al menos el 55% de todos los océanos. Además la crisis climática continúa dañando la capacidad de los océanos para regular el clima y la temperatura de nuestro planeta. 

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