La mayoría absoluta de las candidaturas independentistas amarga la fiesta a la formación naranja, que se convierte en segunda fuerza y duplica los resultados del PP. La lista de Podemos naufraga y empeora lo conseguido en solitario por ICV en 2012. Arrimadas pide la dimisión de Mas y nuevas elecciones porque Cataluña será «ingobernable» con esta Cámara.

Noche de sensaciones encontradas para Ciudadanos. El partido de Albert Rivera ha conseguido consagrarse en Cataluña y convertirse, diez años después de su nacimiento, en la segunda fuerza política de la región. Sin embargo, los 25 escaños obtenidos jugarán un papel secundario en un Parlament donde las candidaturas independentistas de Junts pel Sí y la CUP tendrán una holgada mayoría absoluta (62+10 de un total de 135). El gran objetivo de Ciudadanos era que esa situación no se produjera para poder impulsar un Gobierno alternativo, propósito tan ambicioso como improbable -requería poner de acuerdo a Podemos con el PP- que hoy se ha tornado sencillamente irrealizable.

La candidatura encabezada por Inés Arrimadas ha visto cómo sus mejores previsiones se cumplían y en ello ha puesto el énfasis. Ciudadanos ha pasado de los 9 diputados y 275.007 votos (7,57%) de 2012 a 25 actas, con un 18% de los sufragios. Las cifras superan cualquier resultado del PP en la comunidad, partido que hoy se ha hundido al pasar de 19 a 11 diputados, y mejora también lo logrado por el PSC en los comicios anteriores (20). Ciudadanos se convierte así en la fuerza constitucionalista de referencia en la segunda autonomía más poblada de España, a menos de tres meses de las elecciones generales.

El número dos del partido, José Manuel Villegas, ha rechazado hacer cualquier tipo de lectura nacional de los resultados, esgrimiendo que las autonómicas son “lo suficientemente importantes” como para no hacer análisis más allá de eso. No pensarán “en el efecto” que tendrá para ellos gozar de tan buen escaparate ante las generales pero ponderan el “gran éxito”, que tiene el valor añadido de haberse logrado sin el concurso de su presidente y gran activo, Albert Rivera. En la nueva legislatura liderarán la oposición parlamentaria al desafío secesionista. 

Arrimadas ha sido la última candidata en valorar los resultados y lo ha hecho pidiendo la dimisión de un Artur Mas que tras unirse a ERC tiene los mismos escaños que CiU en 2010: 62. La política de origen andaluz ha reclamado también nuevas elecciones porque en estas circunstancias Cataluña será «ingobernable». «Los catalanes le han dado la espalda a Artur Mas y su proyecto separatista», ha añadido luego Rivera, «son más los que han votado unión que los que han votado separación». Los discursos de los líderes han sido continuamente interrumpidos por los vítores de los simpatizantes, eufóricos con el resultado.

Pablo Iglesias: «Es decepcionante»

En el lado contrario aparece Podemos, que se ha llevado hoy el primer gran revés electoral desde que hace dos años Pablo Iglesias comenzara a impulsar su proyecto. Los 11 escaños obtenidos por Catalunya Sí que es Pot, la candidatura en la que concurrían junto a ICV y EUiA, suponen un naufragio electoral incuestionable. La lista de la confluencia ha empeorado los modestos guarismos que vaticinaban las encuestas y, lo más humillante, ha perdido dos de las 13 actas que ICV logró en solitario en 2012. La implicación personal de Iglesias y de Íñigo Errejón en la campaña asocian a sus figuras de modo inexorable el gran batacazo.

El desastre se explica por dos causas principales: Podemos ha pagado su indefinición y ambigüedad en el debate identitario y no ha logrado superar los hándicaps de presentarse con una marca y un candidato desconocidos. Sin embargo, tratará de jugar un papel clave aprovechando que Mas se ha quedado lejos de la mayoría absoluta y que la CUP ha prometido no votar a favor de su investidura. El escenario soñado por Sí que es Pot es que se abra paso la posibilidad de un frente de izquierdas formado por ellos, la CUP, el PSC y los diputados izquierdistas que se han presentado en la lista de Junts pel Sí.

Con todo, es más probable que el independentismo encuentre un «candidato de consenso» como el que reclama Antonio Baños, líder de la CUP. Su abstención no sería suficiente para investir a un presidenciable de Junts pel Sí, toda vez que el bloque formado por los no secesionistas suma 63 parlamentarios, uno más que JpS. Raül Romeva u Oriol Junqueras serían opciones bien vistas por la candidatura antisistema, aunque está por ver que CDC y Mas se avengan a renunciar a la presidencia de la Generalitat. El sudoku parlamentario tiene difícil solución, tal y como ha denunciado Arrimadas.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, también cree que la región está en un «callejón sin salida» y ha admitido sin cortapisas, hasta en tres ocasiones, que la noche electoral ha sido «altamente decepcionante» para su partido. Iglesias ha achacado el batacazo a «la responsabilidad de estado, el sentido común y la voluntad de escucha» mantenida por Sí que es Pot respecto al debate identitario, asegurando que no se arrepiente de ello y que quien hoy celebre los resultados es un «irresponsable» al que le «sobra la mitad de Cataluña». Su apuesta por una consulta dentro de la ley «no ha funcionado» pero nunca la sacrificaría «por razones electorales».

El eurodiputado no ha querido valorar la viabilidad de la confluencia, que en estas elecciones afrontaba una prueba de fuego. Sí lo ha hecho en conversación informal con los periodistas Carolina Bescansa, número tres de la formación morada. Bescansa cree que la alianza con Izquierda Unida ha fracasado claramente y que hay que tomar nota de ello, ha informado la cadena SER.

El cabeza de lista de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell, ha reconocido que esperaba un resultado mejor y ha lamentado que las problemáticas sociales hayan quedado «expulsadas del debate». «No hems conseguido darle la vuelta a la polarización» identitaria, ha añadido. Los pesos pesados de su candidatura, como Gemma Lienas o Joan Coscubiela, le han arropado en su comparecencia, así como Joan Herrera, cabeza visible de ICV. Rabell, visiblemente desencajado por la debacle, ha avisado del «futuro complejo» que se avecina y que requerirá lo mejor de «todos», también de su proyecto, que está «en una carrera de fondo». ¿Ha fracasado la lista de la confluencia? «Desde luego no lo valoramos como un éxito».

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