El proyecto Bricor fue un empeño personal de Isidoro Álvarez que tardó en ponerse en marcha. Quizá las cosas hubieran sido diferentes si se hubiera puesto a funcionar cuando se registró la marca, en 1994, pero los sucesivos retrasos hicieron que la compañía pusiese en marcha el competidor nacional para la francesa Leroy Merlin en noviembre de 2006, cuando estaba a punto de percutir la crisis económica y comenzaron a sufrir todos los negocios aledaños al de la construcción.

En 2014 las cosas mejoraron relativamente para el grupo, con una cifra de ventas de 117,8 millones de euros que aportaron a la cifra de negocios consolidada del grupo 90,7 millones de euros, un 14% más que el año anterior debido a una «recuperación general del sector del bricolaje», según reconoce la compañía.

Sin embargo, esto no quiere decir que las cosas vayan bien. Bricor sigue en números rojos crónicos, con un resultado de explotación negativo de 9,8 millones, frente a los 19 millones de 2013. El resultado neto registró una evolución incluso peor, con una caída de 10,1 millones, frente a los 11,9 millones de 2013, según los datos del registro mercantil recogidos por Infoempresa.

La compañía tuvo que apuntarse en 2014 un deterioro en libros de 54,2 millones, que se suman a los 67,8 millones del año anterior para alcanzar casi los 200 millones de euros. Aunque el deterioro en libros de Supercor es mayor, con un agujero acumulado de 525 millones de euros, su beneficio neto es mejor, así como su evolución de los últimos años. Sfera, que fue otra de las enseñas que más sufrió por la crisis, se ha venido recuperando con mucho más brío en los últimos años. En suma: ninguna filial del grupo tiene las pérdidas de Bricor ni supone un impacto mayor para sus arcas.

Desde su ambicioso nacimiento, con la primera apertura en Alcalá de Henares, la contratación de numerososo trabajadores de Leroy Merlin, el foco en los grandes centros y su forma de compaginar el «hágaselo usted mismo» con el «se lo hacemos nosotros», la compañía ha ido evolucionando a un formato con muchas menos referencias y en el que Bricor aparece como enseña especializada en bricolaje y decoración, pero cada vez más dentro de los centros de la casa.

Sin embargo, esto sólo es una forma de enmascarar el fracaso de sus centros de gran formato, cuyos propios empleados reconocen a SABEMOS que tienen en toda la semana el mismo tráfico que un Leroy Merlin cualquier sábado. Creen que los precios altos y las limitaciones de personal no les ayudan. El paso a las ciudades y la ubicación dentro de los centros comerciales, que según el grupo han tenido una «rentabilidad inmediata», no deja de ser una forma de redirigir ventas de los centros comerciales tradicionales a una enseña en dificultades.

Una de las claves de este movimiento fue la sustitución del director general de la firma Pedro Gil, que se trajo a todo su equipo de Leroy Merlin cuando abrió Bricor, por Diego Luis Martín, que estuvo a cargo del cambio de la estructura de costes, redefinión el modelo de Bricor City, adaptando el formato al centro de la ciudad, y optimizó los servicios centrales del grupo, adaptándolos al nuevo modelo de negocio.

Aquí comenzó el baile de altos cargos. Martín ocupó poco tiempo el puesto y pasó en breve plazo a ser adjunto de Pablo de la Torre, un hombre de la casa que ocupó el cargo hasta octubre del año pasado, cuando volvió a ser sustituido, en esta ocasión por Daniel Toca, otro fichaje procedente del grupo Adeo, matriz de Leroy Merlin, donde venía de trabajar como director de compras y logística en las tiendas de bricolaje AKI.

El caso más representativo de lo que viene pasándole a Bricor tiene que ver con lo que le ha sucedido en Galicia. Los medios han sido especialmente floridos a la hora de describir cómo Bricor «abandonó su actual ubicación en la plaza principal del complejo Marineda City para integrarse en los espacios que el grupo posee en el centro comercial de la Grela». Y sí, abrió en dicho centro un nuevo departamento de reformas y proyectos y su Hipercor sustituyó su oferta de pintura, herramientas, ferretería, electricidad, etc, por las propuestas de Bricor. Pero son sólo palabras para tapar el hecho irrebatible de que se echó el cierre al Bricor, propiamente dicho, cinco años después de la apertura, y que abrieron la puerta para la entrada de Leroy Merlin, que ocupó su privilegiado espacio, después de diez años buscando un espacio en Coruña.

¿Seguirán otros de los grandes centros de Bricor el mismo camino?

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