España, los españoles y nuestro contexto social tiene siempre una excusa preparada para cualquier cosa. Da lo mismo lo que sea. Si sucede algo, seguramente nadie podrá responsabilizarse de ello. Habrá miles de despidos en la banca durante este año, pero no pasa nada. Es culpa de la dichosa digitalización. Solo de ella. Los demás, pobrecillos, no tienen nada que ver. Así lo siente el presidente de BBVA, Francisco González.

Llegar tarde a lo que demandan los usuarios, no saber competir con otros actores que ya han apostado por la innovación, o no comprender cómo integrar el factor humano en los canales digitales… son simples condicionantes. Lo que de verdad va a provocar una escabechina laboral en las entidades financieras es la digitalización. Así, en genérico y etéreo.

Esta semana, el presidente de BBVA auguró una mayor pérdida de puestos de trabajo como consecuencia de la digitalización y del avance de la tecnología. Además subrayó que corresponde al sector público tomar las medidas necesarias para «defender» a las personas que se vean afectadas por este proceso de transformación.

¡Esa es la jugada maestra! Primero asumes que hay un factor externo que te induce a pulsar el botón de los despidos sin poder hacer nada para ello; y, en segundo lugar, le cargas el muerto al resto de españoles para que se hagan cargo de esas personas que se quedarán sin trabajo.

El remate final viene cuando el presidente de BBVA advierte de que la sociedad actual se encuentra en un periodo de transición en el que se están perdiendo puestos de trabajo y ha advertido de que «hay expectativas de perder muchos más».

Por ello, considera que corresponde al sector público «tomar aquellas medidas para defender a las personas afectadas» siempre y cuando éstas «no vayan en contra del progreso y de lo que es la tecnología». «Todos ganan con la tecnología y la revolución industrial».

No solo encarga el mochuelo a un tercero, en este caso el Gobierno, sino que además le aconseja de manera amable cómo hacerlo. Lo cual lleva a pensar que, si BBVA y su presidente saben cómo afrontar la situación, ¿por qué no lo hacen?

Lo único claro es que la banca no sabe cómo adaptar la tecnología a su modo de trabajo y que, por lo tanto, habrá despidos. Lo demás no interesa.

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