El Ministerio de Hacienda calcula las balanzas fiscales porque los separatistas catalanes se empeñaron, durante la Presidencia de Zapatero, en que el Estado midiera, para cada Comunidad Autónoma, las diferencia entre lo que aportan al erario público los ciudadanos que residen en cada Comunidad y lo que recibe esa Comunidad por todos los conceptos (incluidos los ingresos propios del gobierno autonómico y de los ayuntamientos). La metodología para ese cálculo es todo menos sencilla y para comentarla se necesitarían cientos de páginas.

En cualquier país en el que existan disparidades territoriales significativas, la combinación de impuestos crecientes con la renta (no hace falta siquiera que sean progresivos) con un nivel de protección social razonablemente uniforme en todo el territorio generará importantes saldos fiscales, positivos en las regiones más pobres y negativos en las más ricas.

El planteamiento separatista que forzó la elaboración de esas balanzas partía de una falacia, la de considerar que pagan impuestos los territorios, cuando la realidad es otra: quienes pagan impuestos son las personas (físicas o jurídicas) y, por lo tanto, un déficit en una balanza sólo significa que esa Comunidad Autónoma es más rica y/o más próspera.

Pero vayamos a los resultados, que, por cierto, son los que cabía esperar (pagan más aquellas CC. Autónomas con rentas y actividad económica más altas), pero esos resultados no son, ni de lejos, los que esperaban los predicadores del “España nos roba”.

En efecto, los separatistas, que necesitan de la mentira tanto como el aire que respiran, siguen diciendo que Cataluña es la región (o nacionalidad, para emplear el término constitucional) económicamente más dinámica y más desarrollada, pues “somos los más inteligentes, los más laboriosos y los más guapos… y no volamos como las águilas porque no nos dejan los de Madrit”. Ajenos a cualquier realidad cuantificable, estas gentes siguen creyendo a pies juntillas que “Madrid es un poblachón manchego poblado por subsecretarios”. Vamos, que no se han enterado de que Madrid es –y desde hace años- la región más atractiva (para las inversiones foráneas y para las nacionales) y también la más dinámica y la más hospitalaria. En efecto, mientras en Madrid nadie se siente extranjero, muchos dirigentes políticos catalanes están empeñados en tratar como extranjeros a los españoles que allí residen y no están dispuestos a tragarse las mentiras y los desprecios que les llegan desde las más altas instancias de la Generalidad. Comenzando por la imposición de una sola lengua vehicular en la Enseñanza, en la Administración e incluso en el rotulado de tiendas y de tabernas.

Pero vayamos a las “balanzas” de 2012 que acaba de publicar el Ministerio de Hacienda. Los datos más significativos son –en resumen- los siguientes:

Madrid (mejor sería decir los madrileños) tuvo un déficit en 2012 de 19.051 millones de euros, mientras que Cataluña tan sólo tuvo un déficit de 7.439 millones. Si esta diferencia se calculara per cápita, sería aún más significativa. Por otro lado, la evolución temporal (2005-2012) muestra que la brecha se agranda: Cataluña reduce su déficit en 4.448 millones y Madrid lo aumenta en 2.300 millones.

Con balanzas negativas en 2012 hay dos Comunidades más: la Valenciana (1.453 millones de déficit) y Baleares (1.330 millones). Todas las demás tienen balanzas positivas, es decir, reciben más de lo que aportan.

Lo único verdaderamente escandaloso es que gracias a sus “privilegios medievales” Navarra y el País Vasco aparecen con saldos positivos de 180 y 1.664 millones respectivamente.

¿Qué pensarán los federalistas de nuevo cuño de estos “privilegios medievales” que, por cierto, no existen en ningún Estado Federal, ni, para decirlo todo, en ningún Estado moderno? ¿Quieren un federalismo de verdad o, como decía Maragall, sólo un federalismo asimétrico, es decir, los privilegios vascos también para Cataluña?

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