Isabel Díaz Ayuso, en un momento de su intervención

Como se ha dicho en repetidas ocasiones, este Ágora no es un espacio para el sectarismo ni, por supuesto, un lugar que forme parte de los órganos de propaganda de nadie.

La DANA que ha azotado a las provincias de Valencia, Albacete, Málaga y Cataluña ha generado un movimiento de responsabilidad ciudadana que, nuevamente, pasará a la historia de España. También ha sido utilizada nuevamente por los políticos para intentar sacar réditos. Incluso, hay quien piensa que la tardanza a la hora de aplicar determinadas medidas, tanto por parte de la administración central como autonómica, ha sido consecuencia del cálculo político.

La guerra entre el PSOE y el Partido Popular de Valencia a la hora de echarse los trastos a la cabeza sobre la responsabilidad en la gestión de lasalertas, las ayudas, tanto materiales como humanas, en los primeros momentos de la tragedia, ha despertado la ira de la ciudadanía, sobre todo de los afectados. Los órganos de propaganda de los dos bandos se han dedicado a acrecentar esta guerra.

Esta situación, evidentemente, ha sido aprovechada por la extrema derecha para intentar sacar rédito, para poner en duda al propio sistema democrático.

Ante este escenario, todo el mundo estaba esperando que Isabel Díaz Ayuso entrara en la refriega, que se tirara a la yugular de Pedro Sánchez. Sin embargo, esa reacción violenta no ha llegado. Es más, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha evitado la refriega y se ha centrado en la cuestión de las ayudas. Muchos se han sorprendido de esta actitud, pero también es cierto que mucha gente, no sólo de Madrid sino de otras zonas de España, ya están afirmando que eso era lo que esperaban de los políticos: pocas palabras, más actos y ninguna confrontación. Eso sí, ha errado a la hora de no condenar la agresión a Pedro Sánchez. 

Estos días, Ayuso ha dejado de ser Ayuso y está sembrando de cara al futuro porque ha roto lo que muchos le colocaban como debilidad: las fronteras de su comunidad autónoma.

Hoy, la presidenta madrileña ha vuelto a desdeñar la batalla política. «Lo único que pido a los activistas es que no nos metan a las administraciones, por lo menos a las que no estamos en esto, en conflicto alguno. Llevan semana y media intentando involucrar Ayuso-Valencia, Madrid-Valencia. Me parece insensato. Yo esa polémica o las discrepancias sobre lo que se hace o no, me parece que no conducen en este momento más que a la desesperanza. Por eso no vamos a empañar el trabajo que se está realizando desde las distintas administraciones, la Comunidad de Madrid y mucho más allá, los voluntarios y las empresas que están dando todo por ayudar a nuestros compatriotas en Valencia con el corazón en un puño».

No critica a nadie, no ataca a nadie más que a quienes intentan mantenerla en la guerra. Es más, ensalza el trabajo que están realizando todas las administraciones, lo que incluye también al gobierno de Pedro Sánchez. Pero, sobre todo, señala lo que la ciudadanía está echando en cara a la clase política: la refriega partidista o la guerra entre administraciones gobernadas por diferentes partidos. Desde determinados sectores de la izquierda se está calificando ya ese silencio como un modo de populismo cuando, al igual que la respuesta ciudadana, en un momento como el actual es una muestra de responsabilidad. Populismo hubiera sido que Ayuso se hubiera presentado encima de un camión envuelta en la bandera que fuera o que, acompañada de toda una parafernalia de cámaras hubiera posado con una pala o se hubiera manchado de barro a propósito.

«Madrid se está volcando de una manera impresionante. Esto me parece emocionante y creo que el Estado, las autonomías, la Nación y muy especialmente el pueblo español, estamos aquí para ayudar a Valencia a superar el peor momento de su historia reciente», ha dicho Ayuso.

En política es fundamental saber marcar los tiempos y, mientras otros están dando un espectáculo lamentable, la presidenta de Madrid está, precisamente marcando los tiempos. No es el momento de la guerra, es el momento de la responsabilidad. Eso lo sabe el pueblo y ya llegará el tiempo de analizar los comportamientos de todos.

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