BioCultura, la feria de productos ecológicos y consumo responsable, volverá a Madrid del 11 al 14 de noviembre en Ifema. Su directora y presidenta de la Asociación Vida Sana, Ángeles Parra, mujer rebelde y emprendedora a partes iguales, analiza las tendencias del sector de los productos ecológicos desde todos sus prismas y señala que, ante el colapso económico y ecológico que está provocando el capitalismo sin conciencia, tenemos que ser capaces de crear una economía que salvaguarde los ecosistemas, nos alimente con salud y distribuya la riqueza con justicia.
BioCultura lleva 36 años proclamando un consumo responsable. ¡Usted es una visionaria!
Cuando empezamos, a los miembros de Vida Sana que estábamos en la organización de BioCultura, y también a los expositores y visitantes, nos decían de todo: hippies, utópicos, locos, etc. Ahora, somos tendencia. Y nos copian los influencers, los políticos, los medios y hasta las grandes empresas. Todo lo que decíamos se ha cumplido: la pandemia de cáncer por la exposición a productos nocivos en la alimentación y en el ambiente, la crisis climática, el descenso de la biodiversidad por culpa (entre otras cosas) de los tóxicos utilizados en la agricultura… Hay que seguir luchando para cambiar radicalmente de paradigma y caminar hacia una sociedad sostenible, sana y justa (y bella). Se ha visto que teníamos razón: pero hay que seguir batallando porque hay poderes oscuros y con grandes intereses en que todo siga igual a pesar del “lavado de cara verde”.
¿Cuál es el balance de esta trayectoria? ¿Cómo era aquella España de los inicios?
El balance es que, resumiendo, el tiempo pone a cada cual en su sitio. Hoy, empresas que presumían de ser muy ecológicas lanzaban al mercado productos convencionales que se anunciaban como “bio”: un fraude total. Pero han sabido reciclarse, ahora es bio de verdad certificado. Hay que ser legal. En otros sectores que no disponen de certificación en base a un Reglamento muy estricto como es el de la producción de alimentos ecológicos, hay empresas que publican grandes anuncios en la prensa sobre energías verdes… pero son en el mejor de los casos, puro marketing. Lo que ha cambiado es que ahora todo el mundo presume de ser ecológico y, entonces, presumían de lo contrario, porque lo “hippie” tenía poco glamour y hasta mala prensa. Aquella era una España de “pelotazos” y “café para todos”. Pero nadie pensaba en los temas ambientales ni de salud pública. Entre otras cosas, porque en nuestro país los lobbies empresarias tienen un poder brutal. Y siguen teniéndolo, vaya que sí. Ahora se disfrazan de corderos. Entonces, ni eso. Nos toca seguir luchando para que la alimentación ecológica sea la norma y no la excepción. Y que esta llamada a la sostenibilidad que se hace desde todos los gobiernos, no acabe siendo una verdadera vergüenza.
Nuestros políticos dicen que la salud de la ciudadanía está por encima de todo pero es falso: permiten que haya alimentos y productos nocivos por todas partes
-Y sin subvenciones, claro.
Siempre hemos sido una asociación sin ánimo de lucro que se ha financiado con nuestras actividades. Puntualmente, en los últimos años, hemos podido tener algún apoyo, pero esporádico. A la mayoría de instituciones, hasta hace “dos semanas”, el tema ambiental y alimentario nunca les ha interesado. Es una mentalidad hipócrita… Nuestros políticos dicen que la salud de la ciudadanía está por encima de todo pero es falso: permiten que haya alimentos y productos nocivos por todas partes. Con las trágicas consecuencias que de ello se derivan: patologías de todo tipo, obesidad, esterilidad, descenso de la biodiversidad… La gente ya está teniendo cada vez más claro que todo esto es una tragedia que ya estamos pagando y con un precio altísimo y devastador… Al principio, no había consciencia de todo ello. Ahora, sí. La ciudadanía está despertando.
Afirmaba hace unos días que «hay consenso en la ciencia. Y hay consenso en la ciudadanía». ¿A qué estamos esperando entonces para dar el gran salto hacia la sostenibilidad?
Los lobbies empresariales tienen un gran poder en España y en todo el planeta. Detienen el cambio hacia políticas ambiental y socialmente más justas, sanas y sostenibles. Estamos hipotecando la salud de la población y del planeta para seguir llenando los bolsillos de los que ya son los más ricos. Y esto, además, engendra otros grandes peligros, como la crisis climática, la caída de la diversidad, el peligro de pandemias de toda índole, la destrucción de la naturaleza… Todo ello tiene un precio económico también muy elevado. Somos tuertos, guiados por otros ciegos, que estamos siendo conducidos a un despeñadero. Y, como ocurrió en el Titanic, mientras… la orquesta sigue tocando… como si no pasara nada. Es de locos… Estamos al borde de un gran colapso ecológico y económico. Y la vida de la séptima generación futura está en peligro. Jamás ninguna civilización había llegado tan lejos en su capacidad de destrucción…
¿Existe una receta maestra frente al colapso económico y ecológico?
No hay varitas mágicas. Lo que sí te digo es que cambiar el sistema agroalimentario convencional hacia la agroecología es un paso importante que tiene una incidencia transversal y que es un motor de cambio para otros sectores. El sistema alimentario es responsable del 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero… Es el principio de una gran revolución necesaria, pero no es una revolución política, sino ambiental. La alimentación es lo primero. Todo el mundo come. Tiene que ser un modelo que genere alimentos sin dañar la salud del planeta, ni de los ciudadanos, ni de los trabajadores y trabajadoras del campo… Necesitamos cambiar hacia un modelo ecológico, local, lo más vegetal posible, más artesanal… Y necesitamos que el ciudadano y la ciudadana sean conscientes de que los alimentos son sagrados. Y hay que volver a cocinar en casa. Y hay que volver a no confundir el precio con el valor de las cosas.
Se habla de sostenibilidad como una cuestión transversal permeable a todos los sectores de la sociedad, pero ¿cómo combatir la lentitud política?
Si los políticos no cambian radicalmente, estamos expuestos a grandes peligros y colapsos. Incluso podría ser que estuviéramos en un punto en que ya no haya vuelta atrás. Lo que sí sé es que no es lo mismo haber combatido hasta el final que tirar la toalla enseguida. Los que tenemos nietos y nietas estamos muy preocupados. Y no vamos a ceder pen defender a las generaciones futuras. Tenemos que poner en practica el famoso dicho de ‘primero cámbiate a ti mismo y verás en el exterior los cambios que quieres’: tenemos un gran poder como ciudadanos que consumidores de bienes y servicios, podemos actuar de forma más ágil que los propios gobiernos.
¿Corremos el riesgo de un greenwashing oficializado?
No es que corramos un riesgo. Es que eso ya está ahí. Por todas partes. Es una vergüenza. De repente, todos son superecológicos. Dios mío… No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza. Nuestros políticos a cargo de Administraciones muy viciadas por no decir incluso en algunos casos corruptas, no son la salvación, sino el problema. Todo el sistema es el problema. El cambio tiene que ser de 360 grados. Lo que ha valido hasta ahora ya no sirve. El futuro será ecológico o no será. Y, en cualquier caso, no será gracias a la clase política y el sistema económico y financiero que representan, sino a pesar suyo.
El consumo de productos ecológicos está creciendo de forma considerable desde la pandemia
¿En qué medida ha influido la pandemia en el consumo de productos ecológicos?
Mucho. Los problemas hacen que la gente despierte. Pasó lo mismo con las dioxinas en los pollos, las “vacas locas”… Cada vez que ocurren estos escándalos y/o problemas que el propio sistema engendra, la ciudadanía se conciencia y empieza a cambiar masivamente. El consumo de productos ecológicos está creciendo de forma considerable desde la pandemia. Las personas queremos estar sanas, y eso, ya es conocido, pasa por unos hábitos de alimentación y de vida saludables.
Algo frecuente es la queja sobre los altos precios de estos productos.
Todo está pensado para que sea más fácil y más barato producir productos de nula calidad nutricional, saturados de contaminantes, que producir alimentos sabrosos, naturales, ecológicos, de temporada, vegetales, locales… El sistema encarece el precio de los que hacen las cosas bien y abarata los costes de los que hacen mal las cosas. Pero, al final, todos pagamos el pato. Porque la pandemia de cáncer, obesidad, esterilidad, asmas, alergias… provocada por una alimentación tan fraudulenta… la pagamos todos con impuestos para sufragar una seguridad social que ya no da abasto para una sociedad tan enferma, con un sistema inmunitario tan deficiente. Únicamente con que se internalizara el coste ambiental que supone la agroindustria el precio de los alimentos convencionales sería altísimo e inasequible para nuestros bolsillo. Por tanto consumir ecológico es más económico para todos nosotros, para hoy y para el futuro.
Cada vez más, en las grandes superficies comerciales encontramos alimentos procedentes de producción ecológica ¿Cómo valora esta tendencia?
En principio, me parece positivo. Pero hay que tener cuidado. Lo que espero es que los valores de las grandes superficies no acaben triunfando también en el sector “bio”. Porque la alimentación ecológica no sólo es un foco de resistencia contra los pesticidas y los transgénicos: es un foco de resistencia contra la especulación y la economía del capitalismo neoliberal. Por eso nosotros, en BioCultura, siempre apostamos por los más pequeños, los más artesanos, los más veraces…
Da la impresión de que los consumidores se están volviendo más exigentes y se fijan en nuevos parámetros a la hora de comprar.
Así es. Ya no sólo importa que tenga la etiqueta de ecológico. Quieren que sean alimentos justos, sanos, saludables, sabrosos, sostenibles, bienestar animal,… en todos los sentidos. Esta tendencia no deja de crecer.
¿Cuáles son los productos estrella en la cesta de la compra?
La verdura es lo que registra mayor consumo, seguido de la fruta, huevos, cereales, legumbres, muchos derivados de soja (que sube rápidamente por el auge de la alimentación vegana).
Respecto a España, ¿qué nos dicen las cifras sobre producción y consumo responsable?
Somos el primer país en superficie de producción ecológica y el 3º a nivel mundial. Y ya estamos en el Top Ten del ránking de países consumidores. El consumo de alimentos ecológicos en España se ha situado en 2.363Mill € lo que supone que cada español ha consumido 50,22 € per cápita. En España hay alrededor de 750.000 consumidores habituales de productos ecológicos; y entre 3-5 millones de personas que consume eventualmente productos ecológicos. Pero nuestro potencial es enorme aún y nos queda mucho camino por recorrer.
Ahora que la Cumbre del Clima de Glasgow está en su máximo apogeo, ¿qué papel juega la agricultura ecológica en la mitigación del cambio climático?
Es importante tener presente que la producción ecológica es una estrategia básica para mitigar el cambio climático. Algunos cultivos, como el del olivar, reducen en un 100% la huella de carbono respecto a un cultivo convencional; los cítricos, en un 60%; los cereales, el 42%…
Como parte del Pacto Verde Europeo, la Comisión Europea ha establecido un objetivo para la agricultura ecológica bajo la estrategia “De la Granja a la Mesa” y “Estrategia sobre Biodiversidad” asumiendo el compromiso de alcanzar que al menos el 25% de la superficie agrícola europea sea ecológica para el año 2030.
En España, las entidades sectoriales nos estamos coordinando y trabajando con propuestas concretas para dar pasos firmes proponiendo al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que asuma las recomendaciones europeas en el nuevo “Plan de Acción Nacional para la Agricultura Ecológica” que debe presentar antes de final de año. Se ha propuesto que recoja como objetivos que el 10% del consumo alimentario sea de productos ecológicos, 20% de la contratación pública de alimentación sea ecológica y el 25% de superficie agrícola sea ecológica para el año 2030. También se reclama una fiscalidad ventajosa con un tipo de IVA superreducido para las compras de productos ecológicos de forma que estimule el consumo y permita conseguir los objetivos citados.
-¿Y se podría paliar el hambre en el mundo mediante la agricultura ecológica lejos de los trangénicos?
Sí. Hay numerosos estudios que lo demuestran. Los transgénicos y la alimentación convencional no han solucionado los problemas del hambre en el mundo, sino que los han agravado. La producción de alimentos descentralizada asegura la soberanía alimentaria. En cualquier caso, es conocido que el hambre en el mundo es más un tema político-económico que de recursos.
Según la Hilal Elver, relatora especial para el derecho a la alimentación de Naciones Unidas: “no es verdad que vayan a ser las multinacionales las que van a incrementar la producción y abaratar los alimentos. No solo no acabarán con el hambre, sino que la industrialización de la agricultura empeora la situación económica, la salud y el estado del medio ambiente en muchos lugares”.
En realidad, es la agricultura ecológica la que puede dar de comer a toda la población mundial. Tanto es así que aseguran que es absolutamente necesario apoyar la agroecología si se quiere alimentar a los casi 10.000 millones de personas que viviremos en el planeta en el año 2050.
El sector de la producción ecológica es muy joven e innovador y nos va a acercar infinidad de nuevas propuestas
Cuénteme, ¿qué será lo más destacado que veamos en esta edición de Biocultura Madrid?
420 empresas son las que van a participar en esta feria que vuelve de nuevo a la presencialidad en el recinto de Ifema. Empresas, eso sí, ecoresponsables y sostenibles. Con una oferta de más de 20.000 referencias de alimentos ecológicos, cosméticos eco-naturales, moda sostenible, y un sinfín de productos y servicios para un eco-estilo de vida… BioCultura es un arquetipo de ese mundo que queremos todos. Aquí todo es sano, todo es sostenible y todo es justo. Los alimentos y productos que se exponen en BioCultura son un emblema del camino que hay que seguir si queremos salvaguardar la Tierra para las generaciones futuras. El sector de la producción ecológica es muy joven e innovador y nos va a acercar infinidad de nuevas propuestas. Si hubiéramos de destacar algo diría que los alimentos plant-based son los que mayores referencias van a presentar. También, por supuesto, y dadas las fechas pre-navideñas: turrones, cavas, vinos.. e infinidad de productos delicatessen.
¿Y habrá tiempo para la reflexión? (actividades)
Sí, claro. Hacemos casi 300 actividades. Muchas de ellas son debates, charlas, mesas redondas, ponencias… que tienen que ver con el cambio de paradigma que ya hemos comentado anteriormente. No se trata de cambiar un consumo por otro, si no de hacerlo con conciencia, y para ello es básica la información de fuentes fidedignas. BioCultura, me gusta decir, es un manual vivo para el cambio.
¿Cómo convencer a los indecisos para que visiten la feria?
Pueden no venir y seguir enquistados en el pasado, en una sociedad agonizante. O pueden venir, y apostar por una regeneración en toda regla. Cada vez somos más los ciudadanos que no queremos resignarnos a un futuro incierto y distópico. Pero vamos acabar diciendo que BioCultura es una gran fiesta, donde todo transcurre con alegría, y vamos a descubrir grandes motivos para cambiar nuestras vidas y vivir plenamente en este hermoso Planeta.