El líder del partido morado en la región no asume responsabilidad alguna después de que diez miembros de la dirección hayan dimitido en los últimos días. Es hombre de la máxima confianza de Pablo Iglesias, que ayer cesó al dirigente estatal Sergio Pascual por la crisis interna de Madrid y otras autonomías.

Luis Alegre no dimite. El líder de Podemos en la Comunidad de Madrid, a quien en los últimos días le han dimitido diez de los 34 consejeros que componían su cúpula, se considera legitimado para seguir adelante, pese a que esos ceses se produjeron entre fuertes críticas a su gestión. Alegre es hombre de la máxima confianza de Pablo Iglesias y los dimisionarios son próximos a Íñigo Errejón.

Con este movimiento, el partido morado evita caer en la interinidad también en Madrid –en menos de un año han caído las direcciones de Cataluña, País Vasco, Galicia, Cantabria y La Rioja-, aunque permanecerá muy en precario. Si se produjeran siete dimisiones más, la disolución sería inmediata y se nombraría a una gestora antes de convocar primarias.

Alegre considera que no tiene responsabilidad que asumir tras la grave crisis interna, que ha sido leída como una extrapolación de la pugna que Iglesias y Errejón mantienen en la dirección estatal. El barón madrileño no se plantea «nada» que no sea «seguir trabajando» por el partido que fundó junto al resto del clan de la Universidad Complutense. Así lo ha indicado este miércoles, en un receso de la reunión que el Consejo Ciudadano autonómico ha mantenido para abordar las dimisiones antedichas, que han protagonizado importantes diputados regionales, incluyendo al secretario de Organización regional, Emilio Delgado.

Quien sí pagó por estos acontecimientos fue el responsable de Organización a nivel estatal, Sergio Pascual, cesado a última hora del martes por Iglesias de forma fulminante. La maniobra ha enrarecido el ambiente del partido, ya muy tensionado por el debate en torno a la forma que debe tomar Podemos una vez superadas las elecciones generales. Los hay partidarios de volver a las esencias asamblearias y participativas de los inicios y los hay que consideran que funciona mejor el sistema vertical impuesto desde Vistalegre. También hay discrepancias estratégicas: unos apuestan por un discurso nítidamente rupturista y otros por un posibilismo más moderado.

Alegre estaría hombro con hombro con el líder del partido en cada una de esas tesituras, mientras Errejón y los dimisionarios ocuparian la posición contraria. El dirigente madrileño reconoce «problemas» o «dificultades», que circunscribe al ámbito «organizativo». «Es el momento de sacar el trabajo adelante», ha rematado, y poner el énfasis en lo que «realmente preocupa a los ciudadanos», que «es el drama social y moral» en la Comunidad de Madrid.

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