La lideresa publica su primer libro, donde critica la «indefinición ideológica» en que los populares han caído en los últimos años. Propone una renovación de los postulados ideológicos y programáticos, tarea que no se ha abordado «desde 1990». También pide un congreso abierto en la formación.

«Me toca ahora exponer las grandes líneas en las que creo que tiene que basarse esa renovación total, o refundación, del PP. Líneas que, por supuesto, tienen que estar abiertas a la discusión o al debate, pero que ningún intento serio de sacar al PP de la crisis actual podrá eludir». Esperanza Aguirre ha presentado este martes en Madrid su primer libro, titulado gráficamente Yo no me callo, donde realiza una crítica contundente de la «indefinición ideológica» en que según ella ha caído la formación en los últimos años.

Durante la presentación, Aguirre ha reclamado un «congreso abierto» en el PP donde cada militante tenga un voto. Aunque ha eludido personalizar en Mariano Rajoy, líder del partido los últimos 13 años, ha apostado por emprender una «renovación» o «refundación» que supone enmendarle la plana a la gestión de Rajoy. Según la lideresa, el PP lleva 26 años sin revisar a fondo sus postulados y urge una reflexión profunda que dé respuesta a la pregunta «¿qué nos ha pasado?». Porque «estamos en crisis y eso no lo duda nadie», «hay que diagnosticar correctamente qué nos está pasando».

En el libro, la expresidenta de la Comunidad de Madrid habla de dos factores coyunturales que explicarían la caída electoral del PP desde 2011: el desgaste de gestionar una crisis económica tan importante y las consecuencias de los casos de corrupción. Pero estos no explican por sí solos el declive. También habla del «agotamiento del modelo de 1990», «la política de comunicación», «la irrupción de Ciudadanos y Podemos» y haber decepcionado a los electores «prestados» de 2011, es decir, a los que confiaron en el PP por pragmatismo más que por sintonía ideológica.

«Al Partido Popular le hace falta un relato que emocione, que ilusione»

Aguirre no ha querido manifestarse sobre un cambio de liderazgo en el PP, limitándose a reclamar esa ya de por sí muy explícita revisión ideológica. Sobre la coyuntura política actual, ha tenido buenas palabras para el pacto de PSOE con Ciudadanos -«no me parece mal»-, aunque para que se sumen los populares deberían «quitarse cosas», como la eliminación de la «reforma laboral», e incluir otras, pero cree fundamental que los tres partidos constitucionalistas se pongan de acuerdo: «Yo sí soy de las que piensa que la entrada de Podemos en el Gobierno es un peligro para la democracia». Para lograrlo, cree que habría que nombrar una comisión negociadora que se sentara con las de Pedro Sánchez y Albert Rivera.

En este sentido, se desmarca de la línea roja mil veces marcada por Génova: que La Moncloa permanezca en manos del PP. Si las formaciones constitucionalistas acuerdan que uno de sus líderes sea el presidente del Gobierno, «mejor», pero si no, sería una opción que el Rey postulara a «una persona que sea capaz de atraer o de concitar el mayor número de apoyos». Como ya indicó en La Sexta hace unas semanas, Felipe González podría ser ese candidato de consenso. «Nos tenemos que poner de acuerdo», ha abundado.

La actual portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid ha explicado que comenzó a trabajar en su libro el verano pasado, cuando estaba inmersa en un proceso de «reflexión» sobre el batacazo que su partido se había llevado en las elecciones municipales y autonómicas. En realidad, ella ya había alertado a Rajoy de la situación el año anterior, en una «reunión cordial» que mantuvieron tras los comicios europeos. Ambos acordaron revitalizar el partido en otoño, pero escándalos como la Púnica o el de las tarjetas black lo impidieron, agravando la situación que se materializaría en todas las elecciones de 2015.

Según Aguirre, hay que hablar «también de política», y no solo «de la economía». «Tenemos que definirnos ideológicamente en todos los asuntos», ha apuntado. Hace unos años, se sabía cuál era la posición del partido en cualquier ámbito, cosa que no ocurre ahora. A su juicio, hay que cultivar el liberalismo y conservadurismo, corrientes «mayoritarias» en la sociedad española, y no involucrarse solo en la gestión «burócrata». «Al Partido Popular le hace falta un relato que emocione, que ilusione».

El libro carece de dedicatoria, pero si tuviera que añadirle una «para la segunda edición», iría dirigida a todos los liberales y conservadores de España. Entre ellos no está, por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo -«es socialdemócrata y siempre lo ha sido»- pero sí un Rajoy a quien Aguirre calificaría de «conservador» si tuviera que elegir una etiqueta ideológica. ¿Cree que le gustará Yo no me callo al presidente? «No tendría por qué disgustarle».

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