En el entorno económico en el que nos encontramos nos vemos obligados a analizar cuál es el sesgo de los inversores hacia el riesgo y como se está invirtiendo la tendencia sobre la propensión de riesgo del conjunto de mercado.

Si bien es verdad, hace unos años existía una clara propensión al riesgo y una clara preferencia por la inversión en activos de renta variable, ya que en una fase expansiva del ciclo es quizás lo más inteligente para poder aprovechar esos activos que cotizan con betas superiores a 1.

Este tipo de activos con estas betas en tendencias de mercado alcista, junto con fases de expansión bursátiles, son quizás los activos más rentables, incrementando aún más si cabe el apetito por la renta variable y en concreto por valores de pequeña mediana capitalización.

El principal problema surge cuando nos encontramos con un agotamiento de esta tendencia alcista y tenemos que ver como poder asignar el capital hacia activos que en esos entornos sean bastante más eficientes.

Cuando esta tendencia se agota o da los primeros síntomas de cambio de ciclo hay que estar rápidos para poder mantener esta asignación hacia otro tipo de activos más rentables, que puedan generar una rentabilidad extra con un descenso del riesgo considerable.

Es cierto que estamos detectando que desde hace unos meses parece que el apetito por el riesgo en el mercado se está reduciendo por parte de los inversores,  quizás es demasiado aventurado hablar de cambio en el ciclo económico y de agotamiento de la tendencia alcista de los últimos años, pero este síntoma es para tenerlo en cuenta.

Veremos cuál es el desenlace de esta situación pero no cabe ninguna duda de que esta tendencia de atracción por los activos de riesgo parece que se está agotando lentamente. 

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