En las últimas semanas y a la sombra de los «nuevos tiempos» y amparados en la tan traída y llevada regeneración democrática que, sin duda, se hace imprescindible impulsar para corregir algunos males endémicos de nuestro sistema político, se vienen produciendo determinados comportamientos que ademas de ser impropios de políticos responsables, conllevan una componente de ignorancia y falta de respeto para con instituciones y personas a las que todos deberíamos valorar en su justa medida.

El último de estos episodios lo ha protagonizado una de las dirigentes más inquietantes de nuestro panorama político, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona desde hace unos meses y, hasta ese momento, líder de un movimiento populista experta en movilizaciones callejeras. Pues bien, al parecer a Ada Colau no le gustan los militares. O al menos sus palabras expresadas a dos de sus mandos en el Salón de la Enseñanza de Barcelona así lo ponen de manifiesto.

Lo que Colau manifestó a los representantes del ejercito español es que no eran bienvenidos en el certamen a pesar de tratarse de miembros de una de las instituciones más respetada y admirada de nuestro pais. ¿Alguien puede explicar con una mínima solvencia cuál es la razon por la cual el Ejercito no puede participar ofreciendo sus cursos y propuestas profesionales en un certamen de ámbito civil? ¿Estamos locos? O tal vez hay propuestas y/o ciudadanos de primera y de segunda por llevar un uniforme, en este caso admirado y querido por la gran mayoría de los ciudadanos.

Señora Colau , soy nieto de dos ilustres militares que amaron mucho a su país. Debería usted saber que tenemos un ejercito ejemplar, tremendamente profesional, que defiende la unidad de nuestro país y que garantiza nuestra convivencia y el buen orden establecido. Nuestros militares siempre se han caracterizado por cumplir fielmente con su deber, incluidas las misiones humanitarias tan reconocidas internacionalmente o, como sucede en este caso, su presencia en un evento institucional que debería haber sido reconocida y aplaudida en vez de sufrir el repudio y al parecer la vergüenza de una alcaldesa sectaria y maleducada.

Señora Colau, haga usted un humilde acto de constricción, reflexione y deje de emponzoñar a la sociedad que le rodea con estupideces como la que nos ocupa. España tiene entre sus grandes valores un ejercito impecable, que entre otras cosas apoya, respeta y ayuda al Ayuntamiento de Barcelona. Ello debería conllevar su sincero reconocimiento pero me temo que eso nunca va a ocurrir porque iría en contra de su clientela y de sus incondicionales seguidores que, desgraciadamente, y por culpa de personas como usted ven a los militares como una institucion a extinguir. 

Afortunadamente, eso no ocurrirá nunca ya que convivimos en un país en el que los principios, los valores, la ética y la defensa de las tradiciones e instituciones estarán siempre salvaguardadas de actitudes penosas y lamentables como la protagonizada por usted. 

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